La Semana Santa de Ávila tiene un futuro prometedor por delante. Hay cantera: la que aportan los colegios concertados de la capital, que trasladan a sus jóvenes alumnos el respeto y el amor por unos de los días más especiales para la Iglesia católica.
Después de que elmiércoles los niños del Pablo VI abrieran el tiempo pascual con una procesión que este 2025 cumplía doce años, la 'Semana Santa infantil' de Ávila vivía este jueves una jornada muy especial. Porque no todos los años puede decirse que una procesión se hace mayor de edad el mismo día que nace otra.
Hablamos, en primer lugar, de la procesión del Colegio Milagrosa Las Nieves, que este jueves cumplía 18 años de estupenda juventud. Y, en segundo, de la procesión del Colegio Santísimo Rosario Mosén Rubí, que echaba andar de la mano de la dedicación y del trabajo de toda la comunidad educativa del colegio y que servía para homenajear al Santísimo Cristo de las Batallas, la imagen del siglo XV que custodia la iglesia de Mosén Rubí y que cada madrugada de Jueves Santo sale a las calles de Ávila a hombros de los miembros de la Hermandad del Santísimo Cristo de las Batallas.
La Semana Santa de Ávila tiene cantera - Foto: Isabel GarcíaY así, vestidos como los hermanos de esta hermandad, con túnica y capirotes negros y con su inconfundible cruz roja sobre el pecho, aguardaban los pequeños la salida del paso con el resto de sus compañeros parte de los 60 pequeños de tercero de educación Infantil y primero y segundo de Primaria.
Ante la imagen del Cristo de Las Batallas y con su particular paso muy cerquita (un cubo con fotografías del Cristo en 360 grados) los pequeños atendían las indicaciones de Sonsoles Gutiérrez, profesora del cole, que recordaba a los niños la solemnidad del momento y que les acompañó en el rezo del Padre Nuestro. Y es que, como nos decía Sor Aurora, directora del centro, de lo que se trataba era de que sus jóvenes estudiantes «conecten con su fe y con la tradición, para que juntos podamos reflexionar sobre los valores que nos unen como comunidad».
Ya con el calor de la oración en el cuerpo, los niños protagonizaban el primer momento emotivo del recorrido: el baile de su paso ante el Cristo de los Reyes Católicos. Con el pequeño Marcos y su campanilla marcando el paso de los anderos, el grupo salía de Mosén Rubí ante la atenta mirada de sus padres, abuelos y compañeros del colegio, que les arroparon durante todo su recorrido.
Subiendo por la calle de Bracamonte, el grupo atravesaba la plaza del Mercado Chico en dirección a la iglesia de San Juan donde tenía lugar un segundo baile. En esta ocasión, ante la preciosa imagen de la Virgen de la Esperanza. Querían así los niños agradecerle a Ella la visita que dicha virgen realiza a la iglesia de Mosén Rubí cada Lunes Santo.
Muy emocionado asistía a este momento Sergio Fernández, presidente de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza. «Hay cantera», decía convencido de la importancia que tiene el que los niños se acerquen a edad tan temprana a estas tradiciones.
Entre aplausos y con sonrisas en sus caras, los niños abandonaban el templo de regreso a Mosén Rubí.
Milagrosa Las Nieves. Y sólo un par de horas después, eran los niños del Colegio Milagrosa Las Nieves los que sacaban a las calles de Ávila, y ya son 18 años los que llevan haciéndolo, su enternecedora procesión.
Algo más de 150 pequeños del último curso de Educación Infantil y de primero de Primaria vestían los hábitos de la cofradía del colegio (única azul, cíngulo de esparto, capa y capuchón blanco) para acompañar a sus réplicas infantiles del Cristo y la Virgen de los Niños.
Acompañados de la música de la gaitilla y el tamboril, y marcando el ritmo con sus claves, los niños salían del patio bajo la atenta mirada de los que abarrotaban la calle de San Juan de la Cruz.
Desde allí, el grupo se dirigía al Mercado Grande, donde se realizó el encuentro entre la Virgen y el Cristo y donde los cofrades contaron también con la atenta mirada de los alumnos más veteranos. Estos también llenaron la calle Duque de Alba, por donde el grupo emprendía su regreso al colegio.Junto al convento de Las Madres, Chus, profesora del colegio, entonaba una saeta. Y ya dentro del patio, toda la comunidad educativa se reunía para escuchar las palabras que el padre Antonio, capellán del colegio, quiso dirigir a los niños.
Con un Padre Nuestro se ponía fin a una procesión que, sobre todo, nos decían desde el centro, busca «reforzar el aprendizaje y la tradición, promoviendo valores culturales y religiosos entre los más pequeños».