Paseando por las calles de la ciudad de Almería hay un pequeño rincón de Ávila. Se trata de la cafetería que Javier Chapinal, natural de Santa María de los Caballero-«de Carrascalejo», precisa- abrió hace casi dos décadas en el número 52 de la calle Las Cruces, situada a cinco minutos del centro de Almería y justo al lado de la Plaza de Toros. Cuando uno pasa por allí es imposible no preguntarse si la Cafetería Ávila se llama así por compartir apellido con su propietario o por algún motivo más caprichoso, pero enseguida Javier Chapinal saca de dudas al cliente confirmando que el nombre se debe a la provincia de la que es natural su propietario.
«Vine a hacer la mili, al Gobierno Militar de Almería», recuerda este hostelero la primera vez que llegó a esta ciudad andaluza en la que ya lleva viviendo más de tres décadas. «El 23 de marzo hará 34 años», precisa Javier que recuerda que tras licenciarse en el servicio militar regresó a Ávila, a su pueblo, pero solo durante un par de meses ya que además de que Almería era una ciudad que le había gustado allí, apunta, había mucho trabajo. Eso sin contar, reconoce, que «aquí estamos todo el año en mangas de camisa». Nada que ver con los largos e intensos inviernos de tierras abulenses, reconoce quien desde que decidió irse a vivir a Almería siempre trabajó en hostelería. «Siempre de camarero, para varios bares y en un hotel, donde estuve siete u ocho años», cuenta este abulense que hace 17 años decidió ponerse por su cuenta y convertirse en su propio jefe.
El 11 de mayo de 2007 abría por primera vez al público Cafetería Ávila, un negocio al que Javier no dudó en poner el nombre de su tierra, a la que regresa cada vez que puede que no es todo lo que desearía teniendo en cuenta lo sacrificado de la hostelería. «Voy al menos una vez al año», cuenta este hostelero que todos los veranos regresa a su pueblo donde aún siguen viviendo sus padres. «Te acuerdas de tu tierra, y a mis hijos les gusta mucho también», asegura Javier que también es un enamorado de Almería. «Es una ciudad que ha crecido mucho. Hace muy buen tiempo y tiene montaña, desierto y playas, las mejores de España», afirma al hablar de la ciudad que desde hace más de tres décadas se ha convertido en su hogar y a la que él ha llevado un trocito de su tierra natal en forma de una cafetería cuyo rótulo presume del origen abulense de su propietario.
De tapas por Ávila pese a estar en Almeríadesayunos y tapas. Javier, que presume de tener una clientela fiel, principalmente del barrio, reconoce también que muchos abulenses de paso por Almería hacen parada por su cafetería atraídos por el nombre de la misma y dispuestos a confirmar si ese Ávila tiene en realidad relación con la provincia castellano y leonesa. También turistas de Salamanca y Segovia muestran en no pocas ocasiones esa curiosidad, reconoce Javier que todos ellos despejan sus dudas al ver los cuadros de Las Murallas y Los Cuatro Postes que cuelgan de las paredes de este negocio hostelero.
La Cafetería Ávila, explica su propietario, está especializada en desayunos y tapas. «Salchichas, gambón, secreto, callos, pescado frito, tortilla de queso fresco...», comienza a enumerar Javier algunas de las propuestas que pueden degustar los clientes de su establecimiento que durante las ferias de Almería, que tienen lugar en la segunda quincena de agosto, siempre tiene un guiño culinario a Ávila. Y es que durante esos días en los que los bares y restaurantes sacan a la calle sus barras Javier siempre intenta que entre las tapas a ofrecer a los clientes haya un plato tan típico como las patatas revolconas que él aprendió a hacer en casa, viendo cocinar a su madre.
Además, cuenta, aprovecha cada vez que viaja a su pueblo para visitar a su familia para hacer parada en El Barco de Ávila y comprar chuletón de Ávila que luego sirve en su cafetería a los clientes como un bocado muy especial.
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Atención muy cercana y amable y tapas típicas y sabrosas, y generosas, son algunos de los comentarios que el bar de Javier Chapinal recibe de los clientes que evalúan su negocio en las redes sociales. Un bar pequeño y de barrio, en pleno centro de Almería, pero donde, pese a los 650 kilómetros de distancia entre ambas provincias, Ávila está muy presente.