Desde hace ya más de 20 años ocurre una cosa muy curiosa en las tierras de labor de La Moraña. Cada año por estas fechas, los agricultores de Villaflor, Morañuela y otras localidades vecinas se reúnen para trabajar la tierra de uno de sus miembros. Esta vez, a pesar de la lluvia y el mal tiempo, en torno a 25 labriegos de la zona estaban citados en una tierra situada en el camino que va de Aveinte hasta Morañuela, propiedad de un joven vecino de San Pedro del Arroyo, para ararla, pasarle los cultivadores, abonarla y sembrarla. Una jornada con tintes festivos que marca el comienzo de una nueva etapa de siembra, esta vez la de los cereales de invierno (trigo, cebada, avena y centeno).
«Festejamos el inicio de la campaña en un ejemplo de camaradería de los que siempre ha habido en el campo», explicó Jesús Muñoz, presidente de UCCL y de la Cámara Agraria de Ávila durante más de 30 años. Ahora, desde su ocupación actual como agricultor, fue uno de las personas que participó en esta fiesta del campo. Un sector que sigue viviendo una etapa muy complicada por culpa de la sucesión de malas cosechas y los altos precios. «La situación está muy mal en el campo. Las manifestaciones que hubo durante los meses anteriores se van a volver a repetir, porque esto no ha mejorado nada. Los costes cada vez son más altos, hemos tenido un mal año climatológico y, encima, los precios no son muy acordes a la situación», comentó. Es decir, que el campo sigue reclamando medidas para mejorar un panorama que se avecina oscuro de nuevo.
Sin embargo, ayer olvidaron todos estos problemas con un día de fiesta donde todos arrimaron el hombro por un compañero. La lluvia no fue impedimento para que, tras una dura mañana de trabajo, luego obtuvieran su merecida recompensa con una comida a base de embutidos y productos de la tierra en el propio terreno. La participación de tantos agricultores ayudó a que la tierra se preparase en menos tiempo de lo normal. «Habitualmente, como nos juntamos muchos tractores, eso ayuda a que avancemos más rápido con el trabajo. Solemos terminar sobre las 15,00 o las 16,00 horas», dijo Jesús Muñoz.
Un día en el que se puso de manifiesto la gran amistad y camaradería que se forja entre la gente del campo. Porque, aunque la mayoría participaron con sus tractores y cosechadoras, otros acudieron con sus coches para preparar el posterior festín. Un evento que, quizás, sea más frecuente de lo que pueda parecer y que supone el inicio de una nueva etapa en un sector que debemos cuidar entre todos por nuestro bien.