Aunque fue en mayo se dio a conocer que la recuperación del molino harinero de la Fuente del Corcho en San Miguel de Corneja, del siglo XVI, había logrado el Premio Hispania Nostra 2024, que reconoce las buenas prácticas en la conservación del patrimonio cultural y natural, no fue hasta este sábado cuando los propietarios de este molino, y también los encargados de su ejemplar recuperación, y los vecinos de la zona celebraron este galardón que no solo destaca la intervención en la construcción sino también la rehabilitación realizada en el entorno que ha permitido que una zona abandonada y olvidada se haya convertido en un lugar frecuentado por vecinos y visitantes. Aunque Elena Cuadrado y su marido, el ingeniero, Héctor Furones, no recibirán el premio físico hasta el próximo enero y de manos de la Reina Letizia, este sábado se descubrió la placa que acredita que este molino es un ejemplo en conservación y recuperación del patrimonio industrial, cultural y etnográfico.
Además de representantes de Hispania Nostra, entre ellos Luis Cueto y Bárbara Cordero, vicepresidente y directora general, respectivamente, al acto de descubrimiento de esta placa también asistieron alcaldes de la zona y todos aquellos profesionales que durante los catorce años que Elena y Héctor emplearon en restaurar este antiguo molino participaron en los trabajos de rehabilitación como herreros, fontaneros, constructores, pintores, soladores, ferreteros, albañiles o electricistas, para quien en parte el premio obtenido por este molino es también un poco suyo de ahí que tras el descubrimiento de la placa se celebrara una pequeña fiesta que sirvió para recordar el trabajo hecho durante los últimos años en este lugar.
«Ha sido una fiesta muy popular porque hemos invitado a todos los que han participado de alguna manera en la reconstrucción del molino», aseguraba la propietaria antes de recordar que en estos trabajos siempre se contó con gente de la zona que ahora se han convertido en «amigos».
San Miguel de Corneja festeja el premio de su molinoFue hace catorce años cuando Elena y Héctor, naturales de Salamanca pero que entonces vivían en Guadalajara, encontraron este molino y lo compraron junto con los prados adyacentes. «Un invierno más y se habría caído», recuerda ella el estado en el que se encontraba la construcción. El primer objetivo del matrimonio, sobre todo de él, ingeniero de profesión, fue el de reconstruir el ingenio del molino en un trabajo que le obligó a reconstruir toda la maquinaria y las piezas de madera. La actuación también implicó la restauración de la casa del molinero, adyacente al molino, así como también la del entorno, hace catorce años de muy difícil acceso, y en la actualidad un lugar muy frecuentado.
«Hemos restaurado todo y convertido esto que era una ruina en un molino que funciona con agua de escorrentía», explica la propietaria la solución hidráulica que se ha dado después de que una riada se llevara en el año 2000 la presa con la que también contaba el molino.