La «posible relación» entre los episodios de trombosis y la vacuna de la empresa anglosueca AstraZeneca que estableció ayer la Agencia Europea del Medicamento (EMA) es una piedra más en el camino de este medicamento en la Unión Europea desde que la farmacéutica cerró su contrato con Bruselas.
Esta no es la primera puntualización que la EMA ha tenido que hacer sobre esta profilaxis. En su última actualización hace poco más de dos semanas, no descartó la relación causa-efecto, pero consideró que los beneficios de esta vacuna seguían superando cualquier riesgo de efecto secundario.
No obstante, las idas y venidas del fármaco en la EMA han llevado a varios países europeos a retocar sus estrategias de vacunación para, alternativamente, administrarla a diferentes grupos de edad según se iban haciendo públicos los diferentes efectos secundarios, unos cambios no siempre respaldados por la evidencia científica de la que dispone la EMA.
Según una encuesta de YouGov publicada el 22 de marzo, momento en el que varios países paralizaron el uso de AstraZeneca hasta obtener más información sobre los casos de trombos, un 52 por ciento de los españoles no veía seguro este fármaco, cifra que se eleva al 55 por ciento en Alemania, 43 en Italia y 61 en Francia.
La vacuna de AstraZeneca contaba inicialmente con unas características muy atractivas para la puesta en marcha de la campaña de vacunación europea: era más barata que la rival de Pfizer y su logística era más sencilla debido a que no necesitaba temperaturas tan bajas para su conservación.
Con estos prometedores datos, la Comisión Europea confió en AstraZeneca para que fuera el principal suministrador de vacunas a los Estados miembro durante los primeros tres meses de las campañas de vacunación, con en torno a 100 millones de vacunas pactadas para su entrega entre enero y marzo de 2021. Sin embargo, diversos problemas de producción en sus plantas europeas avanzaban un tropiezo que se hizo oficial en enero, cuando el laboratorio redujo a 30 millones de dosis sus posibilidades de entrega del primer trimestre.
Pfizer y Moderna, entre tanto, cumplieron con sus compromisos contractuales al entregar más de 67 y 10 millones de vacunas respectivamente, pero el flamante lanzamiento de la campaña de vacunación en la Unión Europea quedó definitivamente viciado con los recortes de la que había sido una de las principales apuestas de la Unión Europea.
También para el segundo trimestre del año, el que pretende ser el impulso definitivo a la campaña europea para alcanzar la inmunidad de rebaño a finales del verano, AstraZeneca se quedará corta en sus promesas y entregará 70 millones de los 180 prometidos.
Control a la exportación
Las críticas en torno a estos retrasos precipitaron que la Comisión publicara, aunque ampliamente censurado en sus partes más sensibles, el contrato que había firmado con la empresa, así como la puesta en marcha de un mecanismo para controlar las exportaciones de vacunas que salen de la Unión Europea a terceros países.
Este mecanismo se endureció recientemente para asegurar que en la aprobación de las exportaciones se tiene en cuenta si el país receptor también exporta dosis a la UE y a cuántos ciudadanos ha vacunado, así como el cumplimiento de los contratos con Bruselas del laboratorio cuyas vacunas vayan a enviarse a otro país.