El pulso de una ciudad se mide en buena medida por la situación en la que se encuentra su actividad comercial. La presencia de un tejido comercial fuerte, activo, con iniciativas, y más en una ciudad de las características que tiene Ávila, es síntoma de buena salud económica y laboral. Diario de Ávila se ha acercado a las principales arterias que a lo largo de los años se han convertido en referentes de esta actividad para constatar un declive que no pasa desapercibido a la ciudadanía y ponerle cifras concretas, y fruto de ese estudio se extrae que uno de cada cinco locales de las áreas comerciales de la capital abulense se encuentra cerrado. Algunos no desde hace mucho tiempo, pero los más son locales que cerraron sus puertas hace ya algunos años y permanecen abandonados y sin síntomas de que puedan albergar ningún tipo de actividad.
Son diversos los factores que han llevado a esta situación, y que se han acrecentado de una manera singular en los últimos años, viendo como algunos establecimientos históricos cerraron sus puertas y nos las han vuelto a abrir, o algunos otros locales que por mucho que cambien de manos no acaban de tener continuidad y han acabado convirtiéndose en solares donde luce el cartel de 'Se vende' o 'Se alquila'. Más preocupante, si cabe, es la situación que se ha vivido en otras calles que en su día fueron señeras por la actividad comercial que allí se desarrollaba y hoy no es más que testimonial.
Las formas de comercio han variado con el tiempo, y el comercio tradicional tiene que adaptarse a las nuevas situaciones en la que la presencia física no es tan relevante ante el potencial que está alcanzando el comercio online. Pero hay una serie de actividades donde la presencia física en la calle sigue siendo imprescindible y Ávila cuenta con espacios que pueden ser muy aprovechados.
Es fundamental que resurja un espíritu emprendedor entre sus ciudadanos, y eso se forja desde la educación y fomentando sus inquietudes, pero también se deben encontrar unas condiciones económicas y sociales que inviten a pensar con optimismo que esas apuestas empresariales pueden culminar con éxito y mantenerse en el tiempo. Y ahí son las instituciones las que deben contribuir con sus medidas y sus políticas a que se anime a ese emprendimiento.
Por eso, más allá de medidas puntuales que animen al consumo en determinados momentos del año, Ávila necesita un plan de reactivación comercial global en el que las instituciones junto al tejido económico, educativo y social de la ciudad se impliquen para crear un ambiente donde se fomente ese espíritu emprendedor y que se ofrezcan unas condiciones atractivas que impulsen esas apuestas empresariales. Será la base del futuro de una ciudad que se mantiene sobre los cimientos del sector servicios, pero que necesita más apoyos y no encontrar tantas trabas para seguir tirando del carro.