Lo que sucedió el otro en la Comisión de Interior del Senado es el ejemplo más que evidente de la política previsible. Un partido político en la oposición (en este caso el Partido Popular) hace una propuesta –volver a unificar en la Escuela Nacional de Policía todas las pruebas físicas de los aspirantes que tratan de optar a una plaza en el centro de formación–. El partido del gobierno (en este caso el Partido Socialista) rechaza la moción. Y se acabó.
Algún matiz. La propuesta en la Comisión de Interior venía respaldada por un senador de Ávila, Juan Pablo Martín, que conoce más que bien la realidad del impacto de la Escuela de Policía en la ciudad. Y otro matiz más. El portavoz socialista, José Manuel Franco, sin relación sentimental con la provincia, apela a un argumentario desde el desconocimiento, evitando charcos, defendiendo que mejorar la economía de la ciudad de Ávila le complicaría la vida a los aspirantes que realizan las pruebas por la necesidad de desplazamientos, y hay que facilitárselo.
Desde luego, el PSOE de Ávila no se ha pronunciado al respecto, porque si utilizara el mismo razonamiento se le podría echar incluso su electorado encima. Es más fácil hablar desde la distancia.
Con esos argumentos a los que apelaba el senador socialista, el de la descentralización, –«estamos en uno de los Estados más descentralizados de Europa», dijo–, su discurso se queda cojo. Si descentralizamos, lo hacemos para todos, y no para restar oportunidades a Ávila. ¿Sabrá Franco, el senador socialista, que Ávila lleva veinticinco años intentando que el Ministerio de Cultura 'disperse' el Museo del Prado?
Lo más curioso es que el Senado sacó adelante la moción porque el Partido Popular tiene mayoría en la Cámara Alta. Y eso no quiere decir otra cosa que si los populares llegan algún día al Gobierno –previsible, antes o después, por aquello de la alternancia–, debería renovar su compromiso con pasos para lograr este objetivo. Habrá que estar atentos.
Ávila se lo merece, y no solo no perjudicaría a los aspirantes, sino que les da la primera posibilidad de contacto con el que confían que sea su centro de formación, que puede, a partes iguales, motivar o desmotivar a un candidato en función del contexto. ¿Por qué se han extendido en Ávila las academias para formar a los aspirantes? ¿Es casualidad? Incluso muchos negocios se han podido desarrollar prestando un servicio casi personalizado para estos alumnos, algo que se encuentra en el intangible, en el valor añadido que da Ávila a los candidatos. Pero eso es mejor obviarlo porque es impalpable, ¿verdad?