Cuando me siento a escribir estas líneas no ha comenzado aún el partido entre el Real Ávila y el Numancia, el líder de la categoría. Pero sí existe un ansia por ganar al líder que podrá confirmar, o no, en las páginas de este periódico que tiene entre las manos.
El deporte es una de esas cosas que se mueve por impulsos y arrastra un alto valor intangible. A pesar de la buena temporada que hizo el equipo de la provincia la pasada temporada con su victoria de grupo, que le dio el pase a la Copa del Rey, y el ascenso a una categoría superior, la afición probablemente no se hubiera movilizado tanto como lo está haciendo si los resultados desde septiembre no hubieran sido favorables. No en vano, que se logró un ascenso, el equipo se metió en la Copa del Rey, y en la clasificación el Ávila va tercero (como he dicho, a falta de disputarse la actual jornada).
El público está viviendo con cierta ansiedad estas jornadas. Un duro enfrentamiento ante el líder de la clasificación, y un nuevo partido de Copa del Rey, en esta ocasión contra el Valladolid, de Primera División. Si bien la suerte del sorteo tiene varias aristas, una vez que se ha conocido el rival, ha comenzado a percibirse una corriente en la ciudad de que no es un equipo imbatible, y que el sueño copero aún podría tener una ronda más. Vaya por delante que es mi deseo, porque deseo muchos éxitos al club, y porque la ciudad está necesitada de buenas noticias, y no hay tantas a la vista.
Por suerte o por un buen hacer deportivo (y en esta temporada, creo que ambas situaciones se están conjugando de manera muy fluida), estamos donde estamos... y por eso duele aún más ver algunas zonas del estadio donde se juegan los partidos. El equipo ha propiciado un estudio de carga de la grada que hay frente a la tribuna, cerrada desde hace muchos años, para ver si se puede abrir y aumentar la capacidad del campo. Un estudio, que bien podría haber realizado el propio ayuntamiento con sus medios para ahorrar al club el coste de la prueba, ya que además va a ser quien tenga que autorizar el uso o no.
Pero hay otras muchas zonas de la instalación que están degradadas, y parece mentira cuando el campo lleva por nombre al abulense más ilustre del último siglo, Adolfo Suárez.
Hablar ahora de reformas, cuando se han prohibido por estar ubicado en zona inundable, sería incluso un despropósito después de lo que ha sucedido en Valencia. Pero a lo mejor el Ayuntamiento, ahora que va a empezar a tener un presupuesto que se acomoda a su planteamiento, debería plantearse en serio la construcción de un nuevo campo, porque estas cosas son las que animan el espíritu de la ciudad... Sobre todo, ahora que andamos algo alicaídos sin grandes proyectos a futuro que emocionen. Si volvemos al discurso de que no hay dinero, que hay un gasto muy elevado, que existe mucha deuda... que no se puede hacer nada, vamos, a ver qué explicación torticera comienza el equipo de gobierno a dar a los ciudadanos, que ese cuento ya lo han contado, y se reclama capacidad de gestión.