Vox vuelve a las andadas. No es la primera vez que lanza un pulso al PP en un alarde de supuesta fortaleza que, para Núñez Feijóo resulta, debe resultar, inadmisible, máxime cuando el motivo que se esgrime es la distribución de menores no acompañados por el conjunto del territorio nacional. Este es un asunto urgente que, si bien hay que afrontarlo de una manera más integral que la mera ubicación de estos menores en distintos centros a lo largo de la geografía española, la única opción inadmisible es dejar las cosas como están: hacinados en Canarias, en condiciones indeseables por falta de recursos. ¿Qué quiere Vox ante esta realidad?. ¿Que continúe todo como está?, ¿que se les devuelva a sus países de origen, cuando en muchos casos se desconoce cuál es?.
Es inadmisible desde el punto de vista democrático y humanitario el impresentable pulso de Vox ante el que el PP no puede ni debe ceder. Que no hay presupuestos en comunidades autónomas, pues que no los haya. Más se perdió en Roma y Roma ha sobrevivido.
Es verdad que Vox forma parte de la ola de ultraderecha que avanza en Europa y en otras latitudes, y este fenómeno está directamente relacionado con el fracaso que miles de ciudadanos españoles y europeos perciben en el hacer de los partidos tradicionales. No basta con llevarse las manos a la cabeza. Lo sensato, lo realista, aunque no es fácil, es averiguar, que es lo que se está haciendo mal, en que se ha fallado para que los partidos tradicionales que son los que durante décadas ha traído bienestar y avances a las sociedades europeas, ahora se encuentre atenazados tanto por la extrema izquierda como por la extrema derecha.
Ambos extremos elaboran diagnósticos como si el mundo comenzara con ellos y ofrecen soluciones burdas, que engordan las tripas de los enfadados, pero que se alejan de la realidad, de la cordura, de esa especial inteligencia que hace falta para ofrecer soluciones a problemas complejos.
Cuando se escriben estas líneas no ha concluido la cita prevista entre PP y Gobierno para abordar el asunto de los menores no acompañados, pero sea cual sea el resultado, el PP no debe, bajo ningún concepto, dejar de encontrar un acuerdo que afecta a miles de menores inocentes y solos. Si VOX quiere romper, que rompa, pero el PP no puede ni debe ni siquiera aparentar que es rehén de un partido como VOX que, en el fondo, necesita de Pedro Sánchez, tanto como Pedro Sánchez necesita de ellos. Vox, al igual que antes Ciudadanos, quiere tragarse al PP. Afortunadamente, Núñez Feijóo lo sabe y no se lo va a poner fácil a un partido como Vox, con un discurso a veces muy bárbaro, y unas formas impresentables.