Tania Maisanava, la cara amable de la gimnasia rítmica

Alberto Sánchez
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Impulsora y entrenadora del Olympia, Tania Maisanava reivindica otra rítmica, aquella en la que el error es parte natural del deporte, una gimnasia donde se valore «todo el trabajo que hay detrás de un ejercicio»

Tania Maisanava, en uno de los entrenamientos del Club Olympia en el Alonso de Madrigal. - Foto: David González

Cuando pensamos en la gimnasia rítmica nos vienen a la cabeza palabras como esfuerzo, dedicación, trabajo, compromiso, disciplina, perfección... Valores del deporte que llevados al extremo dejan de ser virtud.Quizás por eso hay quienes reivindican, sin olvidarlos, aquellos otros que nos hablan de compañerismo, capacidad de superación, amabilidad o comprensión. Porque incluso en el error y  el fallo, lo que tanto castiga a las gimnastas, puede haber un paso adelante y un triunfo personal y deportivo. «Si las profesionales se equivocan, cómo no lo vamos a hacer nosotras» responde esbozando una sonrisa Tania Maisanava, entrenadora «a tiempo completo» –siempre con el permiso de su pequeño– y responsable 24 horas al día del Club Deportivo Olympia, el proyecto que lanzó tras la pandemia, ese momento que detuvo las vidas de muchos y dejó volar la imaginación de unos pocos con la ilusión de recomponer sus vidas de otra manera cuando la normalidad tocara a sus puertas.

Lleva en la gimnasia rítmica desde pequeña. La primera 'culpable', «mi madre», que la inició en un deporte que ella había practicado de niña. La segunda, Mónica Hontoria, su primera entrenadora. De ellas aprendió a querer la gimnasia ritmica, «y la pasión por este deporte me llevó a que, cuando llega el momento de retirarte, no me quisiera desvincular».Y es que la 'jubilación' llega demasiado pronto para las gimnastas. «Yo quería seguir conectada» y lo consiguió como entrenadora, una experiencia mucho más gratificante que competir. «Esa experiencia del día a día con las gimnastas, lo que nos aportan durante toda una semana de entrenamiento» la ha hecho crecer como persona. En sus primeros pasos desde el otro lado se apoyó «en aquellas entidades que ya estaban en marcha». Pero a partir de ahí entendió que necesitaba un espacio y proyecto propio a partir «de la filosofía que queremos y que nos diferencia de los demás».El momento de 'volar' lo encontró con la pandemia. «Fue entonces cuando nos dijimos 'es nuestro momento' y fuimos adelante». Un paso al frente que tomó la forma del Club Olympia y que ahora se traduce en un total de 7 entrenadores y 150 niñas repartidas en varias escuelas por la provincia. «Es un deporte mayoritariamente femenino», un aspecto en el que la provincia «anda un poco coja».Había un hueco que cubrir y la gimnasia rítmica era una oportunidad deportiva para muchas niñas. Así llegaron a localidades comoEl Barraco,Navaluenga y Las Navas del Marqués.

Reconoce Tania que es un deporte «muy exigente, en el que hay que entrenar muchas horas» para una puesta en escena «que apenas dura minuto y medio o dos minutos  y medio si es en conjunto».Un abrir y cerrar de ojos «en los que te juegas todo en un momento.Es un poco cruel». Pocos deportes juzgan tanto trabajo y con tanta severidad en tan poco tiempo.  

«El fallo marca mucho a las gimnastas». Y es en esta afirmación donde está uno de los puntos de partida para entenderla. No quiere que un fallo impida ver todo lo demás, «todo lo positivo, todo lo que se ha hecho bien en ese minuto y medio, todo ese trabajo que hay detrás» insiste Tania en un intento por hacer más amable este deporte. «Es nuestro punto de vista ante la competición. Lo que queremos es que las gimnastas disfruten. Es verdad que la competición es una motivación a seguir mejorando pero no queremos que todo se resuma en una puntuación».