En el año 2006, Felipe VI, siendo Príncipe de Asturias, presidió su primera jura de la Escala Básica en la Escuela Nacional de Policía. Dieciocho años más tarde, ha vuelto a Ávila para presidir una nueva jura, la de la XXXVIII promoción, coincidente con la conmemoración de los doscientos años desde la formación del cuerpo policial.
Simplemente este hecho da significado y relevancia a la Escuela de Ávila, como desde hace años nos gusta a muchos llamarla porque es el centro de formación abulense por excelencia. Probablemente, este hecho pasará a las páginas de los anuarios como uno de los más importantes de cuantos se vivan en Ávila en este 2024.
Más de dos mil agentes juraron su cargo el viernes, más de dos policías que entran a formar parte del cuerpo de funcionarios que llevan el nombre de Ávila a todas las provincias españolas, porque en esta ciudad habrán echado raíces y habrán forjado amistades que les marcarán en un futuro.
El Rey les trasladó a los agentes graduados su gratitud por querer servir a los ciudadanos y a su seguridad. Felipe VI entregó a decenas de alumnos su diploma por haber culminado su formación que comenzó en Ávila. La ciudad vuelve a ser el eje que une a todos, con el monarca como primer observador.
La ciudad amurallada vivió su día de multitudes, de ahí que la hostelería quiera aprovechar su momento de temporada alta, como hacen otros establecimientos playeros durante el verano, aunque a algunos les parezca una exageración. Los alumnos, hoy ya funcionarios, han podido disfrutar y aprovecharse de las ventajas de esta ciudad durante varios meses, mientras empezaban su formación. Lo que no es razonable es, como escuché el jueves por la noche en un establecimiento, decir a una familia que había salido del ensayo de la jura a última hora, apremiarles porque eran las doce de la noche y tenían que cerrar. Eso sí deja un feo regusto a todos estos 'embajadores' de la ciudad. Y el día de marras, a pesar del caos que se provoca, da gusto ver tanto movimiento en una ciudad habitualmente tranquila. No tiene que doler un día al año vivir tanta satisfacción. La seguridad y la organización ha ido mejorando según pasan los años.
Es un vuelco para una ciudad que el resto del año parece vivir adormilada, es la demostración de que la Escuela Nacional de Policía es uno de los referentes más elementales de la ciudad y la tenemos que seguir cuidando y queriendo, porque es la gran Escuela de Ávila. Por muchos años.