Una 'patrulla' aérea que no olvida a Madrigal

M.E
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Brisa, un halcón hembra que formó parte del proyecto de cría campestre realizado en Madrigal de las Altas Torres, encontró pareja en Zamora, Viento, y juntos han tenido dos pollos. Uno de ellos lleva el nombre del municipio abulense

Una 'patrulla' aérea que no olvida a Madrigal - Foto: TATAVASCO

Brisa, un halcón peregrino hembra que formó parte del proyecto de cría campestre realizado en el año 2021 en Madrigal de las Altas Torres, alzó el vuelo, emigró en busca de pareja y encontró en Zamora a Viento, un halcón macho con el que está criando dos pollos, de nombres Madrigal y Urraca, el primero en honor al municipio de procedencia de la madre y el segundo por la reina de Zamora. Puede que semanas atrás hayan visto en la televisión nacional a esta familia de halcones que, convertidos en algo así como una 'patrulla' aérea, están luchando contra las palomas en Zamora, donde residen. Se están haciendo famosos, por su historia y la labor que realizan para controlar esta población de aves, y desde estas líneas queremos dar a conocer la historia especial de Brisa, el primer halcón adulto controlado por emisor en un nido en el país, con lo que eso supone para ampliar conocimientos, por ejemplo, sobre dónde y cuándo caza. De la subespecie ibérica Brokeii, su infancia, por así decirlo, la pasó en Madrigal, aunque nació en el seno de unos criadores de El Barraco. 
Nos lo cuenta Gabriel Sierra, uno de los ornitólogos naturalistas que, por amor a la especie, formaron parte del proyecto inicial, junto al también naturalista Germán Negrete y los cetreros morañegos Ernesto Madejón y Juan Delgado. La iniciativa, materializada con apoyo económico del Ayuntamiento de Madrigal de las Altas Torres (con especial mención al concejal Manolo Quintana), consistía en la cría campestre de cuatro crías de halcón peregrino a los que se les puso un transmisor con GPS para realizarles seguimiento, todo ello con el objetivo de reintroducir una población estable de estas aves rapaces para ayudar a reducir la población excedente de palomas del municipio morañego. Entonces se instaló un nido en la torre mudéjar de la iglesia de San Nicolás de Bari donde se llevó a cabo la última parte de la cría sin ningún tipo de presencia humana. De los cuatro halcones que iniciaron el proyecto dos eran hembras y dos machos, procedentes de dos criadores distintos para que no tuvieran problemas de cosanguinidad por si se conseguía la ansiada formación de parejas. No fue posible. Al poco tiempo los dos machos desaparecieron. Luego se supo que uno murió bajo las vías del tren en La Moraña, no se sabe si atropellado o electrocutado en la catenaria, y el otro sufrió un golpe en su primer vuelo y, tras ser recuperado en un centro de Madrid, fue soltado ya sin emisor. En cuanto a las hembras una de ellas, Isabela, murió electrocutada en un tendido eléctrico de Salamanca cuando volvía de un vuelo de reconocimiento, meses después, y la otra es Brisa, nuestra protagonista que ya es adulta y la gran superviviente de este «exitoso» proyecto.

 

 

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