Aunque no sabía dónde ni cuándo Sergio Fuenzalida (Valparaíso, Chile, 1981) siempre supo que su estudio de tatuaje se llamaría Mano Santa. El nombre lo tomó del marido de su madre, aficionado al esoterismo y cuyas manos, aseguraba, tenían poder sanador. Y ese es el nombre que le dio hace ya más de trece años al estudio de tatuaje que este chileno abrió en la avenida de Portugal de la capital abulense y con el que ha hecho realidad el sueño que anheló ya en su Chile natal de poderse dedicar profesionalmente al tatuaje.
Recuerda Sergio a la hora de explicar cómo llegó a Ávila que ya en Chile se dedicaba a tatuar aunque lo hacía como una segunda actividad pero que realmente su deseo era dedicarse al cien por cien al mundo del tatuaje y tener un estudio propio. Eso fue lo que le llevó a 'cruzar el charco' y a venir a España, concretamente a la localidad barcelonesa de Badalona, donde vivía su mejor amigo, Yurit. Llegó a nuestro país en noviembre de 2007 con su máquina de tatuaje y con muchas ganas de convertir su sueño en realidad. Y en nuestro país empezó a tatuar, primero de casa en casa, hasta que se puso en contacto con un tatuador que tenía un estudio en Ávila, una ciudad que no conocía de nada, y decidió venirse a trabajar con él. En este estudio de la capital abulense, que ya cerró sus puertas, estuvo dos años trabajando hasta que en noviembre de 2010 se lió la manta a la cabeza, o la gorra, tan característica en él, y abrió su propio negocio de tatuaje con el nombre de Mano Santa, como había soñado en Chile. «Algún día tendré un estudio y le pondré ese nombre», recuerda todavía hoy aquel pensamiento que le acompañó durante tantos años.
«Vine con un nuevo concepto de tatuaje y a la gente le gustó», apunta al preguntarle qué cree que le hizo darse a conocer hasta el punto de que el suyo, afirma, es el estudio de tatuaje que más años lleva en activo en la capital abulense. «Siempre damos con la tecla de lo que quiere la gente», asegura al hablar de la confianza que los abulenses han depositado en su trabajo y también en el de sus compañeros de estudio, Paco y David 'el chino', artífices de los tatuajes de miles de abulenses.
«Lo que más me gusta de Ávila es mi mujer», asegura rotundo Sergio al hablar de Belén, la abulense a la que conoció al poco de llegar a esta ciudad y madre de sus dos hijos pequeños (tiene otros dos en Chile), Leo y Gabriela, que son también el motor de la vida de este chileno que en Ávila ha encontrado no solo el lugar donde hacer realidad su sueño de dedicarse profesionalmente al tatuaje sino también la «tranquilidad y seguridad» de la que, dice, adolece su ciudad natal.
Y aunque confiesa sentirse «un abulense más» confiesa que todos los 18 de septiembre, día de las Fiestas Patrias chilenas, invita a familiares y amigos a una barbacoa en casa para celebrar la festividad más importante de su país. «Somos muy patriotas los chilenos, y las Fiestas Patrias son sagradas», reconoce.