En su casa se habla de salvamento y socorrismo, de atletismo, de balonmano... «Nos gusta mucho el deporte». Cada uno al suyo y Marco Antonio Rufes al balonmano. Es una de sus pasiones, como la ornitología, la naturaleza y el mundo rural, profesión y hobbie a partes iguales. «Me engancha mucho» asegura, como le reenganchó de nuevo el ClubBalonmano Ávila 7 Metros cuando José Jiménez Fraile o David Martín 'Suso' le echaron el anzuelo para volver a un proyecto con el que recuperar el balonmano en Ávila. «Yo era de los reticentes». No lo veía claro, pero ahí está, de nuevo al frente del equipo como lo estuvo hace una década en aquellos maravillosos años –«fue una época muy bonita»– en los que compartían con el Óbila Club de Basket o el voleibol, ya en sus últimos años, el pabellón de SanAntonio. Un espacio deportivo en el centro de la ciudad que «ayudaba mucho. Es verdad que había menos deportes y prácticamente todo se podía concentrar allí».Y allí había de todo. «Te acercabas a ver deporte. Lo había sábados y domingos, te acercabas a ver qué había». Ahora se tienen que buscar la vida en el pabellón del Vasco de la Zarza –«les tenemos que dar las gracias»– porque la ciudad «tiene un problema muy serio con las instalaciones deportivas».
Como muchos en aquellos años 80s y 90s, Marco Antonio Rufes llegó al balonmano de la mano de Paco López en el Diocesanos. «Estaba de profesor de educación física. Yo era poco futbolero y el balonmano me enganchó».Y aunque «con algunos parones» por el camino, hasta ahora. A sus 50 años sigue en la brecha. Vivió la época en la que Ávila «tenía su propia liga» que se jugaba en la Deportiva. Ahora eso es impensable. Por estudios se distanció del balonmano de Ávila pero se acercó al de Zamora. «Estuve en los inicios del club». Tras ello llegó esa década con el Asisa Ávila.
Auxiliar de Agente de Desarrollo Rural del Herradón de Pinares, pelea «por el mundo rural, por conseguir que no esté tan dejado y que se valore como merece».Porque «no se trata de poner en valor, una frase que me pone muy nervioso. Todo tiene un valor. Lo que hay que hacer es dar a conocer ese valor». En ello está, en que se conozca el valor de aquello que nos rodea, el valor de ese mundo rural abulense, de su naturaleza o de un deporte como el balonmano. Implantarlo «está siendo complicado». Pero van a seguir en ello. Y eso ya tiene valor.