"La relaciones humanas se deterioran y necesitamos a animales"

B.M
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Rufino Rivero conoce bien Ávila, desde niño por sus pueblos, pero también la capital, más de adulto. Presidente del Colegio de Veterinarios de Ávila también es secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de Veterinaria de España

"La relaciones humanas se deterioran y necesitamos a animales" - Foto: Isabel García

Rufino Rivero vive a caballo entre Ávila y Madrid, pero es en la primera donde desarrolla buena parte de su labor profesional y donde en un pueblo, Hermosillo, se acercó a los animales y pudo descubrir su amor por la veterinaria. Rivero (5/12/1953), casado y con dos hijos (y su pastor alemán Atila) nació en Madrid pero tiene parte de su infancia ligada a Ávila. Sus padres emigrados desde esta provincia a Madrid con 20 años, donde él vivió con ellos y sus hermanos. Pero en verano era diferente. Como el mayor, pasó veranos con su abuela en Hermosillo de Tormes, un pueblo cerca de El Barco de Ávila. Eran esos «veranos tan largos que tenemos cuando somos pequeños y que ya nos gustaría tener ahora» y que él compartió con su abuela, viuda, unos veranos en «plena libertad» en contraste con Madrid, «en donde me dejaban salir solamente de esquina a esquina de mi calle. Pero aquí era diferente, en un pueblo pequeño, con el río al lado, con los prados, las vacas. Mi infancia me la marcó mi estancia en Hermosillo con mi abuela». Pero en realidad le marcó más que su infancia, ya que de esos veranos al aire libre, de su contacto con los animales, surgiría su futuro. «Yo creo que fue un tema importante para que al final me decidiera a hacer veterinaria, porque lógicamente en Madrid no se ven ni vacas, ni cerdos, ni nada. Verlos ahí, con los prados, de alguna forma me indujo luego a que hiciera veterinaria». Del tiempo en Hermosillo, ya con su abuela fallecida, pasó a tiempo en Bohoyo, donde está la casa familiar, donde aún va en verano o incluso donde ahora está su madre, con 95 años.

Pero a la hora de estudiar el sitio fue Madrid, donde realizó los estudios de Veterinaria y el doctorado y también la licenciatura de Sociología. Y de los estudios, al trabajo, primero en la Cátedra de Producciones Animales de la Facultad Veterinaria de Madrid y después se vino a trabajar en el partido veterinario de Sanchidrián. Ahí empezó en 1983, hasta que en el 90 hubo reestructuración y pasó a Arévalo. Allí está ejerciendo de coordinador los servicios veterinarios de salud pública de la Consejería de Sanidad en el centro de salud de Arévalo, donde se encarga fundamentalmente de temas de seguridad alimentaria, mataderos, fábricas de quesos, centros de recogida de leche, restaurantes, bares, almacenes, tiendas... todo lo relacionado con alimentos porque la parte vegetal lo llevan farmacéuticos.

Pero su trabajo también ha tenido otros cauces. En 1986 entró en la junta de gobierno del Colegio de Veterinarios de Ávila como secretario y en el 96 pasó a ser presidente, cargo en el que se mantiene en la actualidad. Además, en 2005 se presentó a las elecciones al Consejo General y es el secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de Veterinaria de España. Y sobre este consejo hay que tener en cuenta que en el país hay 36.000 veterinarios (unos 300 en Ávila) y allí se encargan de temas como la formación, seguros de previsión y, lo más importante, «representamos a la profesión a nivel nacional e internacional». Esto significa tratar con la administración central todo tipo de temas que afectan a la profesión como bienestar animal, animales de compañía, legislación… Y a nivel internacional, temas veterinarios que afectan a los diferentes países, teniendo en cuenta las diferencias que hay entre unos países y otros, en especial en cuanto a las competencias. Pero dentro de estas diferencias también hay algo en común y es que en todo el mundo, explica, cada vez está cobrando más peso el tema del bienestar animal y eso «es muy importante». Y para entenderlo, y él lo hace, solo hay que volver la vista atrás, a los cambios que ha habido en la profesión. Por ejemplo, antes, en los mataderos, la función fundamental era que la carne que se liberaba al consumo fuera apta, o sea, que no tuviera ninguna enfermedad. Ahora, siendo esto importante, también lo es el tema del bienestar, «que se haga de tal forma que no se produzca sufrimiento en los animales, siempre con aturdimiento previo. Esto es una cosa muy desconocida por parte de la población. Piensan que van a los mataderos y se les mata en plan salvaje. Esto no, esto que antes tenía una importancia muy limitada, ahora es fundamental». Esto va acompañado además de las supervisiones correspondientes.

Y si se habla de bienestar animal no se puede dejar de hablar precisamente de la nueva Ley de Bienestar Animal. En su opinión, esta ley, en su conjunto «es un avance», pero en «su desarrollo a través del reglamento tienen que limarse algunas cosas que han quedado pendientes». Entre ellas, el tema de los cursos que han de impartirse para las personas que quieran tener animales, el tema de venta animales solamente por parte de criadores, tema de eutanasia…

Habla Rivero de los avances que se han producido en temas como el bienestar animal, que lógicamente están aparejados en los cambios en una profesión en la que él lleva tantos años. Entre estos cambios sitúa el momento de la reestructuración del 90 porque antes eran todos veterinarios oficiales, en los partidos veterinarios, y luego se hace la distinción con los de ejercicio libre. En otras palabras, que antes cuando un animal enfermaba estaba el veterinario del partido, que a partir del 90 pasó a ser veterinario oficial y quien tuviera un perro o una matanza ya podía llamar a quien quisiera, a los 'libres'. De esta forma, ahora mismo en la provincia y en la comunidad los veterinarios oficiales de salud pública tratan temas de seguridad alimentaria y los de ganadería, temas de animales, pero todos servicios oficiales. «Cuando una vaca se pone mala nadie llama a un veterinario oficial, llama a un veterinario ejercicio libre, que le cobra».

En general, en la profesión también ha habido cambios, el principal que antes el peso fundamental del trabajo eran los animales de producción, vacas, ovejas, cerdos... y ahora se han incrementado muchísimo los animales de compañía. Otra de las cosas que ha cambiado y es muy importante es que «se ha feminizado la profesión. Entonces había muy poquitas mujeres y ahora la mayoría de los veterinarios que trabajan son veterinarias. Eso es muy importante». 

Otra parte de la evolución tiene que ver con ese incremento de los animales de compañía por el cambio que se ha producido en la sociedad. «La forma en que nos relacionamos con los animales ha variado. Es una sociedad en la que hay mucha soledad y la relación entre humanos se ha deteriorado mucho, es menos directa que antes, y necesitamos los animales de compañía», asegura, lo que también lleva a que el trato a los animales ha cambiado radicalmente. Recuerda la cosas que veía de pequeño en el pueblo, algunas barbaridades con la perspectiva actual y que a día de hoy se vería horriblemente o incluso estaría hasta penado. En definitiva, esos «cambios en la sociedad nos han marcado también nuestra forma de ejercer». 

Respecto a la cabaña ganadera, el ovino está cayendo de forma muy importante, el porcino se mantiene y el vacuno también va bajando, entre otras cosas porque cada vez hay menos gente en los pueblos.

Y, en definitiva, «la profesión veterinaria no es ajena a los cambios que se están produciendo en la sociedad y muy particularmente en la comunidad y en Ávila. El problema más grave que tiene nuestra provincia, nuestra comunidad, es la pérdida de población. Y eso lo marca todo, eso lo condiciona todo», señala.

Por eso, entre los retos de futuro estará cubrir las necesidades de la ganadería en el medio rural, porque las veterinarias (habla en femenino porque más del 80 por ciento que terminan veterinaria son mujeres) trabajan fundamentalmente en el sector de los animales de compañía. «Ese es el sector, es el que les gusta, es el de la vocación» y se traduce en que «cada vez hay menos veterinarios que quieran venir al medio rural a trabajar en animales de producción. No digo que no quieran venir a Ávila a trabajar con perros y gatos, pero sí que quieran venir a la provincia de Ávila, irse a la Sierra de Gredos, o irse a la Moraña o al sitio a trabajar con vacuno, porque el trabajo es muy duro. Hay partos a las dos de la mañana que tienes que atenderles». Y en esto sí que cree que puede tener que ver la feminización, ya que considera que, en general, las mujeres quieren núcleos más grandes por temas de socialización y de familia.  

Y más allá del mundo de la veterinaria también reflexiona sobre el medio rural y sobre situaciones de provincias como Ávila, que cree que están necesitadas de industria que ayude a fijar población. Al final, cree que el incremento de inversión en el medio rural lo que puede hacer es facilitar las condiciones de vida de la gente que vive, hacer que la gente se quede. Pero «lo que realmente fija población en una comunidad como la nuestra, y en una provincia como la nuestra, es la industrialización y quizás en Ávila la mejora de las comunicaciones. Es decir, que al final Ávila se pueda convertir en una especie de ciudad dormitorio en Madrid, sobre todo por los precios de los pisos en Madrid. Entonces, no se va a convertir en una ciudad de 100.000 habitantes en poco tiempo, pero dejará de perder población». Y aquí se refiere especialmente a la autopista, que considera una «vergüenza». «Cuando a los políticos se les llena la boca de dar facilidades, de la España vaciada, si quieren alguna medida que favorezca un poco, es esa» (no tener autopista de peaje). Y luego el tema del ferrocarril que hemos salido perdiendo en relación con Segovia, «lógicamente que la AVE a Segovia sí que hace que haya gente que viva en un sitio y trabaje en el otro».