Javier S. Sánchez

A la legua

Javier S. Sánchez


Por san Antón

10/01/2025

A la legua se presiente san Antón, fiesta que en La Moraña goza de raigambre al punto de sobreponerse a numerosos y necesarios cambios en un mundo destinado a evolucionar.

En buena hora pasó al recuerdo el servicio militar, que de militar tendría algo, pero de servicio… lo obligado. Trámite para todos los varones, aunque, así se decía, era ese período de la vida en que "te hacías un hombre". En realidad, te exiliaban donde el azar resolviera y ahí se quedaban tu familia, tus estudios, tu trabajo. Porque esto, a lo mejor, no era servir a la patria. Y, por supuesto, la disciplina, que se enaltecía absurdamente cuando entonces ya se llevaba de casa; eso sí, ahora su ausencia se utiliza para justificar las gansadas.

Los quintos, mozos que entraban en quinta, participaban en un discreto sorteo que, previa talla, los llevaría a un campamento de reclutas en cualquier lugar de nuestra geografía. Y eso era motivo de fiesta, hasta que cogías el tren.

En nuestra Moraña, hace algunas décadas el acto cumbre consistía en colocar dos carros empinados frente a frente en la calle principal del pueblo. De uno a otro se tiraba una soga de la que colgaban los gallos por las patas. Los quintos, sobre caballos enjaezados, pasaban bajo la soga e intentaban arrancar la cabeza a uno de los sufridos animales. La tarde continuaba con retos entre los propios quintos por ver quién pagaba el cántaro de vino o la lata de escabeche. Por la noche daban buena cuenta de los gallos en la taberna del pueblo.

Actualmente, y pasados los Reyes Magos, la fiesta se anuncia con cohetes y cantinelas que invitan a todos los vecinos a participar de esta tradición. Eso sí, una bestialidad menos, pues ese "correr los gallos" se ha convertido en "correr las cintas". Los animales se han sustituido por vistosas cintas de colores que los habilidosos quintos extraen de una caja con un punzón. Espectáculo vistoso donde, concretamente en Fontiveros, las MM. Carmelitas participan bordando las bandas y la vitola del puro que los quintos exhiben con orgullo. Todo ello tiene lugar el día de san Antón, cuando también se "corre el bollo", terminando la fiesta con un baile popular. Recientemente, también se han unido las quintas.

Así pues, una fiesta debidamente cuidada sin que sufra ningún ser vivo y un año sirviendo a la patria en tareas más provechosas, como la propia formación.

En los muros de frontones, incluso iglesias, aún se pueden descifrar letreros alusivos a esta fiesta, como en Fuentes de Año: "Vivan los quintos del 87".

El santo, patrón de los animales, se celebra con la bendición de perros, gatos, conejos, aves… que se muestran en una curiosa romería de color, ladridos y graznidos; y gruñidos, por supuesto, pues es precisamente un cerdo el que nos ayuda a identificarlo entre el santoral de nuestras iglesias.

Así lo entona la copla popular:

"San Antón, santo francés,

santo que no bebe vino;

el que está a sus pies

es un cochino"

Que no pocas gracias se hacen cuando se recita esto ante el grupo de turistas que contempla la imagen.

Y también:

"Por san Antón

la gallina pon,

y para las Candelas

las malas y las buenas".