La sonada intervención telemática de Donald Trump en el Foro de Davos podría resumirse con arreglo al significado de un viejo proverbio: "El que avisa no es traidor". Y vaya que si avisó el flamante presidente de los EE.UU. Lo hizo llamando la atención sobre la aportación de los países que forman parte de la OTAN. Fue imperativo al plantear que deben elevar el gasto militar al 5% de su Producto Interior Bruto.
Parecía un mensaje dirigido a España porque la contribución de nuestro país a la Alianza Atlántica con el 1,28% ocupa el último lugar en relación con nuestro PIB. Polonia aporta el 4,12 % del suyo. Hace unos días, José Manuel Albares, el ministro de Asuntos Exteriores, argumentaba que en realidad la aportación de nuestro país era superior a ésa cifra porque había que tener en cuenta los despliegues permanentes de militares españoles en diferentes lugares del mundo - Líbano, Senegal, Sahel, Somalia, Yibuti, el contingente de la batería "Patriot" en Turquía etc.-, pero no parece que dicho argumento haya encontrado eco en Washington. Y el asunto es grave porque a nadie se le escapa que, teniendo como tenemos una guerra en Ucrania, la necesidad de asegurar la defensa de Europa no es un argumento retórico.
En términos políticos, para nuestro país cumplir con la exigencia de Trump se complica en un doble sentido: el económico y el político. Tenemos un Gobierno que sobrevive trampeando con Presupuestos de hace dos años prorrogados y los partidos en los que se apoya Pedro Sánchez -Sumar IU, Podemos- son anti atlantistas declarados. En consecuencia, para asumir el incremento de gasto en Defensa el Gobierno tendría que llamar a las puertas del PP. Sería noticia.
Lo que no es novedad es que Trump tronó en Davos mostrándose implacable en su análisis de las relaciones económicas de los EE.UU. con Europa. Más que el presidente habló el empresario Trump y lo hizo para criticar a la Unión Europea porque -según dijo- trata a de manera injusta a los productos norteamericanos: demasiada carga fiscal y demasiadas regulaciones. En lo que nos afecta es un aviso a tener en cuenta. La receta que anuncia para revertir la situación es draconiana y compleja de llevar a la práctica: "Fabricar en los Estados Unidos con los impuestos más bajos de cualquier otro país o pagar aranceles". Será doloroso porque Trump va en serio.