En el pasado formaron un matrimonio fructífero, hasta que el procés hizo saltar todo por los aires en 2017. Una pareja con sus tiras y aflojas, como otras muchas en la historia de la política nacional, que bajo la lupa del presente parece hoy un amor imposible. Y es que, en el actual tablero de juego parlamentario, mucho se ha esforzado el PSOE por señalar al PP como culpable del concepto, ya asumido como propio en Ferraz, del «conflicto político con Cataluña». Según este mantra, un acercamiento de Junts a los populares sería inviable, tras la aplicación del artículo 155 por parte del Gobierno de Mariano Rajoy. Pero, ¿cuán tan imposible es retomar esa alianza?
Los de Alberto Núñez Feijóo y los neoconvergentes (que como su propio nombre indica son los herederos de la antigua Convergencia) son fuerzas de derechas. Partidos que históricamente han compartido intereses, hasta que la deriva independentista del 1-O dinamitó todos los puentes de entendimiento entre ambos.
Y, aunque tanto los populares como los de Carles Puigdemont han expresado públicamente en los últimos años su rechazo mutuo, los movimientos más recientes de los que han sido protagonistas en el Congreso siembran la duda de hasta dónde llegan realmente las líneas rojas de los dos.
Ante la estrategia cortoplacista del Ejecutivo que lidera Pedro Sánchez, en la que juega un papel clave Junts y sus insaciables exigencias haciendo valer constantemente su apoyo a la investidura, el PP tiene una capacidad de acción limitada.
Esto es, si lo que busca Feijóo es acortar esta legislatura y provocar la salida de Sánchez de Moncloa, no puede vetar a Junts. Necesita sus siete diputados obligatoriamente para dar un vuelco a la actual situación. O convencer al PNV, algo que ahora mismo parece aún más difícil tras su choque a cuenta de la cesión a los nacionalistas vascos del palacete de París donde tiene su sede el Instituto Cervantes, un edificio que albergó el Gobierno vasco en el exilio y que fue tomado por la Gestapo nazi.
De darse las cosas así, un hipotético escenario de pacto entre el PP y Junts, derivado de una ruptura definitiva de los de Puigdemont con el PSOE, daría paso a una alianza frankenstein con los populares liderando, Vox presionando y los de Puigdemont intentando como siempre sacar el máximo rédito del Gobirno central.
Esta opción es una mera elucubración, sobre todo después de que en las últimas semanas el expresident prófugo haya insistido en que su partido no quiere nada con los de Feijóo. Además, los populares son conscientes de que adentrarse en esta senda implica estar sometido continuamente al chantaje de los secesionistas. Sería incurrir en aquello que tanto han echado en cara a Sánchez, el «todo vale» para ostentar el poder.
¿Elecciones?
La otra alternativa que tiene el PP en la mano es esperar a que pase el tiempo o los acontecimientod se compliquen para un Gobierno que está en clara debilidad parlamentaria hasta que lleguen unas elecciones en las que, según las encuestas, se podrían imponer.
No es baladí el asunto y sin duda la situación es complicada para Feijóo, que se encuentra navegando entre diferentes sensibilidades dentro de su partido, en el que también aspiran a captar parte del voto que ahora mismo tienen en sus manos los derechistas de Santiago Abascal.
Sin embargo, la posibilidad está ahí, sobrevolando la esfera política; con un partido como Junts, que prioriza sus intereses al propio hecho en sí de quién gobierne en España, no puede descartarse de pleno un posible pacto. Ahí llegaría la gran decisión: vivir el presente, negociar con tal de desalojar al rival de Moncloa, o mirar a un futuro electoral que pueda permitir al PP no estar sometido.