La espina clavada de Sánchez

Agencias-SPC
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Perder Andalucía, el histórico bastión socialista, es la gran humillación que el presidente quiere limpiar con Montero como apuesta personal

El jefe del Ejecutivo y su vicepresidenta primera en el congreso federal de Sevilla - Foto: EFE

La vuelta de María Jesús Montero como secretaria regional del PSOE a la política andaluza, de la que salió en 2018 para ascender a lo más alto de la nacional de la mano de Pedro Sánchez, sube la apuesta socialista en una comunidad en la que se suceden sus derrotas electorales cuando antaño era su feudo de mayor fidelidad.

Esa es la espina que tiene clavada Pedro Sánchez y, para más escarnio, se lo recordó recientemente el expresidente socialista, Felipe González, cuando le recriminó la impunidad que concedió a los implicados en el procés con la amnistía o los privilegios fiscales para Cataluña a cambio de aupar a Salvador Illa a la Generalitat. «Tal vez por esas cosas debería preguntarse por qué ya no gana en Andalucía», le espetó.

Sánchez lleva mucho tiempo rumiando la mejor forma de limpiar esa humillación y ha pensado que la baza ganadora es otra sevillana (como Felipe González) y, además, una incondicional de sus políticas: la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Ella se resistió pero al final la convenció de que era la única capaz de generar la ilusión que necesitan los socialistas andaluces para persuadirse de que es posible derrotar al PP.

En sus primeras intervenciones públicas Montero, que nunca ha participado demasiado en las cuestiones orgánicas de la formación, puso todo su empeño en transmitir, a través de palabras y gestos, fuerza, vigor y entusiasmo, con una promesa a los simpatizantes socialistas: «Vengo a ganar y vamos a ganar», les arengó.

Dejó Andalucía meses antes de que llegara la pérdida del Gobierno regional para los socialistas después de 37 años al frente de la Junta, una etapa amarga que no ha vivido en primera persona, como tampoco conoce todavía lo que es hacer oposición en la comunidad a un PP de Juanma Moreno que ahora cuenta con una amplia mayoría absoluta.

Para ello contará con la experiencia de sus seis años y medio en Madrid, siempre en gobiernos de coalición con socios cuanto menos incómodos, que le han servido para fajarse en situaciones no demasiado sencillas.

Vicepresidenta primera del Gobierno desde diciembre de 2023 y vicesecretaria general del PSOE desde julio de 2022, Montero, de 58 años, dice que para cualquier político presentarse tanto en su comunidad como en su ciudad «es una de las tareas más gratificantes», aunque muchos duden de su deseo real de regresar en este momento.

Sin embargo asegura que es precisamente ahora cuando «es muy importante que Andalucía tenga ambición» para impulsar «un proyecto fuerte y de progreso». Dispuesta a continuar de momento en todos sus cargos, la también ministra de Hacienda insiste para hacerlo en que es «una persona de equipo» que piensa «delegar tareas» y rodearse de «hombres y mujeres que son capaces de poner lo mejor de sí mismos».

Financiación

Con las elecciones andaluzas previstas en principio para antes del verano de 2026, la nueva responsable del PSOE andaluz cuenta a priori con más de un año para difundir un discurso en el que tiene que combatir las acusaciones del PP y de la Junta sobre su «maltrato» a Andalucía con la financiación autonómica y las concesiones a Cataluña.

¿Podrá explicar a los andaluces que su Gobierno ha pactado con Esquerra Republicana un concierto económico que concede una financiación singular de Cataluña que, en buena lógica, rompe el principio de la caja común?

Lo tendrá difícil aunque ya ha negado que la región vaya a perder 1.500 millones de euros al año, como argumentan los populares, al tiempo que aseguró que la comunidad «no va a perder financiación nunca».

Montero debe convencer a los andaluces de eso y de que su llegada no representa una «vuelta al pasado», tal y como critican los populares. 

En definitiva, la sevillana tiene la compleja misión de intentar que el presidente, Pedro Sánchez, pueda sacarse una espina, la pérdida de Andalucía, que él considera una afrenta personal.