Pablo Serrano

CARTA DEL DIRECTOR

Pablo Serrano


De Trump a la guardia de las farmacias

26/01/2025

Donald Trump vuelve a ser el inquilino de la Casa Blanca, arreando un sinfín de sopapos al aire y tomando decisiones a diestro y siniestro que ya están marcando su nuevo mandato y, queramos o no, reordenarán el escenario mundial (de hecho, ya lo está haciendo), mientras a nosotros lo que nos preocupa es si se pueden mantener abiertas farmacias de guardia en el medio rural.
Son signos de este tiempo. Lo mundial nos inquieta, lo próximo nos preocupa. Todo nos afecta, y nada pasa desapercibido a nuestro día a día. Pero tampoco es nuevo, esto lleva pasando muchos años, lo único que ahora todo se ha vuelto cercano e inmediato, y nos llega la información antes y a borbotones.
Recuerdo, siendo yo niño, la obsesión de mi abuelo materno por no perderse el telediario, y hasta sus últimos días, manoseaba un periódico de principio a fin. Cuando apenas levantaba unos palmos del suelo me inquietaba aquella atención que el abuelo prestaba a las noticias, porque a mí, en aquel tiempo, me llegaba a parecer aburrido, sobre todo cuando la actualidad hablaba de países que ni en clase de Geografía habían mencionado. ¡Qué digo! Ni siquiera había tenido una clase de geografía en aquella época aún.
Los poderes políticos, económicos, sociales… la información… todo ha evolucionado y nos ha llevado al mundo en el que nos encontramos, en el que, como decía antes, lo del mundo lo miramos con atención, pero lo cercano es lo que nos inquieta y alarma. 
Ahora que es más fácil que nunca dar la vuelta al mundo, incluso algunos se han propuesto surcar el espacio, nos irrita que no haya unos vestuarios para unos chavales que han hecho cien kilómetros para jugar un partido de fútbol; que los políticos se enzarcen en estériles diálogos sobre como formalizar un papel para prestar un servicio de protección tan básico como el de la lucha contra el fuego; que haya autobuses urbanos que tarden más de media hora en llegar a una parada mientras se habilitan zonas de restricción de paso a determinados vehículos; que haya estaciones ferroviarias que se sostienen a golpe de protesta y manifestación –todo ello, es normal que nos irrite–. O como apuntaba al principio, que no se puedan abrir unas farmacias de guardia en zonas de escasa población, para evitar que acaben cerrando porque no pueden soportar un coste tan elevado para el servicio que se presta. Se entenderá más o menos, pero cabrea.
Es la paradoja de este tiempo, tan tecnológico, tan mecanizado, tan rápido, con tantas soluciones... pero al final son las personas, con sus valores, las que pueden empujar o arrastran el día a día, quienes fomentan un avance más rápido o más lento. No quiero creer en la involución, pero algunos gestos asustan.
Sería bueno que todos nos propusiéramos hacer una pausa de vez en cuando, respirar en este mundo acelerado y tener una visión más amplia de los problemas y, sobre todo, de las soluciones. A muchas se puede llegar con voluntad. Y más ahora que nunca, porque como a Donald Trump le de por soltar otra atrocidad nos deja tiritando, en Wisconsin o en Ojos Albos.