La procesión del Miserere no pudo salir. Las malas condiciones climáticas provocaron que la imagen de Santa María Magdalena tuviera que quedarse en casa por primera vez desde 1993 y el canto religioso, que siempre entona la Coral 'Amicus Meus' frente a la ermita del Humilladero, se tuvo que celebrar en el interior del templo. Fue la tercera suspensión de la jornada tras la de la Estrella (la comitiva se tuvo que resguardar en la Catedral) y la de Jesús de Medinaceli (se desarrolló un pequeño acto en el interior de la Seo abulense).
Los cofrades del Patronato de la Purísima Concepción, Santa María Magdalena y Ánimas Benditas del Purgatorio confiaban en que la procesión del Miserere, una de las más austeras y sobrecogedoras de la Semana Santa de Ávila, pudiera desarrollarse sin incidencias a pesar de los pronósticos del tiempo. De hecho, no había un plan B, salvo regresar a la iglesia en el caso de que la lluvia apareciera a mitad de recorrido. Pero, a escasos minutos de la salida del desfile procesional (00,00 horas), comenzó a caer un ligero aguanieve que trastocó los planes. Los componentes de la Coral 'Amicus Meus', resguardados en la galería porticada de la Basílica de San Vicente, avisaron de que allí, en el lugar tradicional del canto del Miserere, también estaba lloviendo. Una situación que, tras un breve cónclave entre los miembros de la Junta Directiva en la sacristía de la iglesia de la Magdalena, provocó la suspensión de la procesión.
La decisión que tomaron sobre la marcha fue que el acto principal del desfile, el Miserere, se entonara a cubierto dentro del templo. El coro se trasladó hasta la iglesia y, a las 00,15, un cuarto de hora más tarde de lo previsto, comenzó el canto tras un corto oficio religioso y la lectura del Evangelio. La iglesia de la Magdalena se llenó de cofrades, curiosos y jóvenes (las religiosas de la Orden Franciscana de la Concepción lo presenciaron desde el interior del convento) que contemplaron el bello canto de la composición de Gregorio Allegri en las voces de la coral. El pasillo central del templo se iluminó con las velas portadas por la mayoría de los 100 cofrades del Patronato (numero clausus) mientras el paso contemplaba impasible la escena engalanado para su día grande. Una imagen, del siglo XV, que aparece representada con el frasco de perfume de nardos con el que María Magdalena ungió los pies de Jesucristo en Betania.
A las 00,30, el evento concluyó y los miembros del Patronato invitaron a los presentes a unas pastas para culminar la velada. Fue una forma de cumplir con la tradición centenaria de cada noche de Miércoles Santo, aunque sin el sonido de las cadenas de los penitentes, ni de las carracas, ni de los tres tambores rotos, ni de las horquillas que marcan el paso. Tampoco hubo la saeta en la calle de la Muerte y la Vida ni la imagen de Santa María Magdalena se postró ante el Cristo de los Ajusticiados en la ermita del Humilladero, sede del Real e Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz.
El Ilustre Patronato de la Purísima Concepción, Santa María Magdalena y Ánimas del Purgatorio es el más antiguo de la Semana Santa abulense. Fundado en 1312, no fue hasta 1993 cuando organizaron su primera procesión penitencial al estilo de las de sus antepasados del siglo XVI. Un desfile que recuerda la paz que ambos Patronatos sellaron en 1713 tras un periodo de más de 150 años de disputas entre la Vera Cruz (encargada de acompañar a los condenados a muerte durante sus últimas 24 horas de vida) y las Ánimas del Purgatorio (compuesta por el gremio de enterradores de esos reos). Esta vez no hubo ese encuentro histórico, pero el rito del canto del Miserere ("ten compasión" en latín) se cumplió como siempre, aunque esta vez a cubierto.