La Tierra vuelve a mirar a la Luna

Carmen Rodríguez (EFE)
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Todos quieren dejar su huella en la superficie de un satélite que acapara de nuevo los focos tras medio siglo en el olvido

El cuerpo celeste ha estado siempre envuelto en un halo de misterio y sigue despertando grandes pasiones. - Foto: A. Warmuth (Reuters)

Hace más de medio siglo, la Luna se convirtió en objeto de una carrera entre estadounidenses y soviéticos. Ahora, el interés ha renacido con planes de volver a pisarla, en un camino jalonado por un goteo incesante de misiones e intereses científicos, estratégicos y comerciales. El satélite terrestre, que hoy celebra su Día Internacional, recibe este año diversas expediciones no tripuladas en un momento en el que, por primera vez, se han traído muestras desde su cara oculta, siempre envuelta en misterio.

Estados Unidos es el único país que ha llevado a personas a su superficie, la primera vez en 1969, en una carrera que la Unión Soviética perdió en un mundo polarizado en dos bloques. Pero ahora se ha dado «un cambio de paradigma», cuenta el investigador del Centro de Astrobiología (CAB) David Barrado. En una sociedad multipolar, el interés no se limita a dos naciones ni a agencias espaciales estatales, también hay operadores privados que diseñan sus propias estrategias.

Un «suceso fundamental» que ha definido el renovado atractivo por la Luna es el anuncio de China de llevar personas hacia 2030 y su intención de instalar una base, agrega el ingeniero aeroespacial de la Universidad de Vigo Alejandro Manuel Gómez San Juan.

«Los sitios buenos para estar en la Luna son muy pocos. Nadie habla de carrera, pero todos van a buscar un sitio en el polo sur, que es el único bueno para quedarse» y donde hay agua helada, agrega.

Por eso, las misiones de este año tienen como destino ese lugar. Pekín trajo el pasado junio y por primera vez muestras de la cara oculta, tomadas cerca del polo sur.

En febrero, EEUU regresó al satélite con el módulo Odiseo (IM-1), el primero fabricado por una empresa privada. Su aterrizaje fue accidentado, aunque pudo realizar su misión. El módulo norteamericano Peregrine, de la compañía Astrobotic, regresó al perder combustible y la sonda SLIM japonesa tuvo en enero un difícil aterrizaje y funcionó de manera intermitente.

Alunizar «es muy difícil, no tiene atmósfera que se pueda aprovechar para frenar, hay que hacerlo con motores», se necesita un sistema de control automático y es un terreno bastante irregular, revela Gómez.

Programa Artemis

Y no todo sale según lo planeado. Por ejemplo, la NASA anunció el fin del proyecto VIPER, que debía aterrizar cerca del polo sur. El aplazamiento más importante hasta la fecha es el del proyecto Artemis, para llevar astronautas a la Luna. Por ahora, se ha pospuesto para 2025 un sobrevuelo tripulado y el regreso de seres humanos a su superficie no será antes de septiembre de 2026.

Los expertos coinciden en que los retrasos son normales en iniciativas tecnológicas de esa envergadura y, aunque el riesgo siempre existe, el umbral asumible es mucho menor que hace medio siglo.