La precariedad parlamentaria del Gobierno, su debilidad, la obligación de poner una vela a Dios y otra al diablo, según la orientación de los partidos que le apoyan, entre los que hay conservadores y de izquierdas y más a la izquierda todavía, le obligan a realizar negociaciones a varias bandas y como suele decirse nada está acordado hasta que todos se sitúan en línea detrás de la propuesta del Gobierno.
El Ejecutivo y su negociador, el ministro Félix Bolaños, logró cerrar un pacto con Podemos, para impulsar una nueva proposición de ley sobre los impuestos para las energéticas compatible con "no gravar las inversiones que se comprometan con la descarbonización", como habían pactado con Junts para sacar adelante la reforma fiscal que puede ser la antesala de la negociación de los Presupuestos Generales, del cumplimiento de las obligaciones con la Unión Europea y teóricamente del aumento de la recaudación fiscal sin asustar a las empresas energéticas que amenazan con retirar inversiones de nuestro país a pesar de sus pingües beneficios.
Si el acuerdo se logrará con Podemos sería la segunda victoria del gobierno de Pedro Sánchez en dos días después de lograr que los principales partidos europeos volvieran al acuerdo primigenio sobre la composición de la Comisión Europea presidida por Úrsula Von der Leyen, con Teresa Ribera como su mano derecha a pesar de las gestiones y las presiones realizadas por el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y sus escuderos en el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat y Esteban González Pons que han sufrido un revolcón con su apuesta arriesgada de llevar a Europea el veto a Ribera para desviar la atención sobre las responsabilidades de Carlos Mazón en la gestión de la DANA. Si la derrota dé Feijóo y del PP español infligida por sus propios compañeros ideológicos sirve para que se dejen de llevar al Parlamento Europeo los asuntos hispano-españoles se habría dado un paso adelante. Además, un nuevo suceso ha venido a ayudar al PP a que se minimicen sus derrotas.
En la política española el carrusel gira tan rápido que no da tiempo a disfrutar de los éxitos logrados porque rápidamente aparece otro fenómeno que los empaña. En este caso ha salido la declaración del comisionista Víctor de Aldana ante el juez que instruye el 'caso Ábalos', que ha tirado de la manta sobre sus actividades de comisionista y ha dejado un campo sembrado de minas que el PSOE y el Gobierno se van a ver obligados a aclarar o a sortear, con acusaciones de corrupción institucional y partidista que dará lugar a una intensa labor de verificación. Se supone que Víctor de Aldama tendrá las pruebas en su poder para poder apoyar todas las acusaciones que ha realizado, las más graves las relacionadas con pagos económicos a dirigentes políticos, y habrá que ver si de ellas se derivan asuntos de financiación ilegal del PSOE a que sería lo más relevante.
Aldama ha tirado de la manta con tal fuerza que ahora la obligación de los contrapesos del Gobierno es deslindar el grano de la paja, lo que son sospechas sobre actuaciones que entran en el terreno de lo ético, estético o irrelevante, de aquellas que pueden tener consecuencias penales.