Hoy, mis queridos lectores
no me voy a dedicar
a hablaros de los políticos
que no dejan de enredar.
Hoy no hablaré de que el Rey
ni tampoco Pedro San,
—a pesar de que lo llaman
algunos Su Sanchidad—
no se fueron a París
a inaugurar Notre-dám.
Tampoco se acercó allí 
el menistro cultural,
que el Urtasun hurtó el bulto
y el circo le moló más,
pues huele menos a incienso
que en aquella catedral.
Ni que El Presi no fue a misa
porque no quería rezar,
cuando hicieron en Valencia,
—por mandato episcopal—
la ceremonia eucarística
con hisopo y con misal
en recuerdo de los muertos
de la DANA… ¡le da igual!"
No hablaré de que el Aldama 
de la manta tirará
y, aunque está ya medio afónico,
tanto Aldama va a cantar,
que dicen las fachosferas
—las que no son de fiar—
que en mayo, en Urovisión,
él nos representará
cantando a todo pulmón
la canción de "La, la, lá":
Lalalá, la que ha liado
Lalalá que va a liar…
No hablaré de si Don Ábalos
contesta: —¡Yo no he hecho ná!
y, cual hijo de torero,
a los jueces va a torear
teniendo de subalterno
al Koldo y a alguno más.
No diré si Pisdelmonte
suelta otra barbaritat
en la su lengua vernácula,
que creo es el catalán:
—Cullons, Espanya ens roban,
Pedrit, al meu dóna´m más.
¡Debes ya "mover el cul"
que se m´ha acabat la past!

No hablaré de que un Lobato
su puesto ha de dejar
y del "monte" madrileño
tal Lobo se pirará
con el rabo entre las piernas
y por la puerta de atrás…
Que un Óscar, con piel de oveja,
disfrazado llega ya,
muy voraz y muy dispuesto
a La Yuso devorar.
No hablaré de si MUFACE
se queda o al fin se va,
dejando a los funcionarios
sin poder ni estornudar,
a la intemperie, en pelotas,
por delante y por detrás.
Ni si VOX y los de JUNTS 
por fin se van "ALIAR",
ni si el Puente del Pisuerga
la crecida aguantará,
Marlaska se hará Pequeño,
Marichús seguirá igual
o Pedro San, su gran jefe,
en La Moncló seguirá.
Ni si Fe y Jóo fuerte gritan
y no cesan de gritar,
la Cuca se desgañita
la Yuso, todavía más
y hasta Maño Eco en Castiella
y Llión, eco les da.
 
Por todo esto, queridos,
d´ellos yo no quiero hablar,
y les pido que se callen
y dejen ya de enredar.
Como Mafalda diría
en un dicho magistral:
—¡Por favor, paren el mundo, 
que yo me quiero bajar!
Que, al menos por estos días,
reine entre todos la paz,
pues llega la Nochebuena
y el Niño Dios nacerá
muy humilde, aunque Dios sea,
en un mísero portal.
Por eso aquí os deseo
de corazón, de verdad,
que tengan felices fiestas
y muy feliz NAVIDAD.
¡Sí! ¡Navidad! ¡Bien he dicho,
y no lo voy a cambiar!
Aunque la dulce palabra
casi ya en desuso está,
digo y repito: ¡Que tengan
una FELIZ… ¡NAVIDAD!.