Es posible que Hansi Flick diga la verdad y que nunca vivió un partido así. El fútbol que el técnico ama ha hecho desde hace tiempo una clara apuesta por el ritmo y el espectáculo. Es el modelo alemán. Ignoro si la federación alemana enganchó a los clubes y les dijo algo como «señores, hay que 'vender producto' frente a Inglaterra y España. Desháganse de las ideas del viejo balompié cerrado, especulativo, feo y sin ritmo. Salgan ahí y den todo el espectáculo que puedan». Eso lo escucharían también esos preparadores cuyo cuaderno de bitácora se titula «La magia del 1-0» y su primer capítulo se deshace en elogios a esos partidos en los que «no sucede nada» porque tienes el marcador que te conviene. El modelo alemán ha arrinconado a esos entrenadores y ha desdeñado esos estilos. El Holstein, que va 17º, le puede meter cinco (y le metió) al Augsburgo (12º) en un partido con seis goles, 24 remates y 66 jugadas de ataque en el que se jugaron 63 minutos de fútbol.
¿Tiene mérito el Getafe en hacer lo que hace y puntuar de esa forma? Mientras respondamos que «sí» daremos alas a que Bordalás y los 'bordalases' de nuestro fútbol vean reforzado su discurso y dos de cada tres choques de la Liga española sean algo más que infumables y poco menos que insoportables. El 'Geta', que ante el Pontevedra (cuarta categoría de nuestro fútbol) ganó por 0-1 con un 16 por ciento de posesión y dio 79 pases en todo el duelo frente a 674 de los gallegos, juega de media 43 minutos por partido, es el que más faltas realiza de la Liga (334), el que más balones pierde (3.045) y el que menos pases da (5.860, 573 menos que el Alavés). ¿Es criticable? No. ¿Es ilegal, amoral o antirreglamentario? Tampoco. Pero cuando vayamos a 'vender producto', compitiendo contra la Premier o la Bundesliga, atengámonos a las consecuencias.