Editorial

La desinformación tras el covid-19 y el papel clave de la prensa

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La pandemia del covid-19 no solo supuso una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes, sino también un terremoto informativo que fue caldo de cultivo para la proliferación de un fenómeno que, aunque ya existía, adquirió una dimensión devastadora: la desinformación. Los bulos sobre el origen del virus, su tratamiento, las medidas de prevención o las vacunas encontraron un altavoz en las redes sociales y en aplicaciones de mensajería, propagándose con una velocidad vertiginosa entre una sociedad que nunca se había enfrentado a una situación como la vivida hace ahora cinco años. 

El desconocimiento inicial sobre el virus y su comportamiento y los bandazos de las administraciones a la hora de tomar decisiones ante un escenario inédito generaron un vacío de certezas que fue ocupado por teorías conspirativas, remedios milagrosos y discursos negacionistas. En ese contexto, los medios de comunicación, especialmente la prensa local, desempeñaron un papel fundamental para contrarrestar la ola de falsedades y aportar información fiable a la ciudadanía. 

Es cierto que, en el ejercicio de nuestra labor, también pudimos cometer errores. La urgencia de la situación, la evolución constante de la información y las dificultades para tener acceso directo a las fuentes durante el confinamiento llevaron a que, en algunos casos, se difundieran datos incompletos o interpretaciones que, con el tiempo, quedaron desmentidas. 

Pero no lo es menos que cuando la crisis sanitaria golpeó con más fuerza, los medios locales no faltaron a su deber de informar, y lo hicieron no solo trasladando la situación en hospitales o la evolución de los contagios en cada localidad sin sensacionalismo, sino que estuvieron cerca de los protagonistas de la crisis sanitaria, desde los enfermos y sus familias hasta aquellos que jugaron un papel clave en la lucha contra la pandemia. A través de estas y otras muchas páginas se dio voz a los sanitarios, que en primera línea de batalla afrontaban jornadas extenuantes poniendo en juego sus vidas, y a los cuerpos y fuerzas de seguridad, que garantizaron el cumplimiento de las restricciones. También servimos de altavoz a los trabajadores como transportistas, empleados de supermercados, cuidadores o personal de limpieza, que sostuvieron la sociedad durante los peores meses, y a las reivindicaciones de la hostelería y el comercio local, sectores que sufrieron enormes pérdidas económicas. 

El coronavirus puso de relieve la necesidad de un periodismo profesional y de proximidad, dejando aún más al descubierto que, sin una prensa fuerte, la desinformación gana terreno. Si algo demostró la crisis del covid-19 es que el periodismo es un servicio esencial para la democracia y la sociedad.