Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Francia

18/06/2024

Europa contiene la respiración. Francia está en el centro de todas las miradas. Hay temor, sensación de vacío, zozobra ante el fin de un ciclo para dar entrada a otro que traerá ¿qué? Las próximas legislativas, convocadas por Macron la misma noche en que se conoció el arrollador triunfo de la ultraderecha de Marie Le Pen, tienen en vilo a Bruselas, a todos los organismos europeos y al concepto mismo de la Europa que diseñaron, como principales baluartes, la propia Francia, Alemania e Italia. En los tres países citados creció espectacularmente la ultraderecha, que ya gobierna desde hace tiempo en Roma. ¿Qué nos espera si Le Pen se impone en territorio galo?, parece preguntarse una sociedad golpeada por el avance de posturas extremistas. La sensación de peligro es tan grande y grave que la izquierda francesa, tan atomizada hasta ahora, ha decidido crear un frente popular e ir unida a los comicios; que la derecha moderada, Los Republicanos, ha expulsado a su líder por aceptar posibles alianzas con los ultras; que el problema ha llegado a un mundo tan poco dado a hablar de política como el deporte: Mbappé, capitán de la selección francesa que juega la Eurocopa, ha pedido públicamente a los jóvenes que vayan a votar y que se alejen de extremismos. Incluso ya se han celebrado concentraciones, manifestaciones y protestas contra el auge de la extrema derecha de Le Pen. Parte de la sociedad francesa ha reaccionado pronto y con contundencia porque huele lo que se le viene encima, que no es otra cosa que una Asamblea Nacional con mayoría de extrema derecha y un primer ministro de igual tendencia. ¿Y Macron? Asegura que, pase lo que pase, no dimitirá, que seguirá como presidente de la nación conservando dos funciones básicas: la política exterior y la de defensa. Pero, ¿qué puede esperarse de la coexistencia entre un presidente moderado europeísta y un primer ministro radical y antieuropeo? Aterra pensarlo. Y aterra más adentrarse en lo que las directrices de Le Pen pueden suponer para la Unión Europea. ¿Vuelta al ultranacionalismo y a la autarquía? No lo dirán, pero lo piensan.