Editorial

Muchas incógnitas y demasiados años

Diario de Ávila
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Urge reactivar los encuentros entre administraciones y, sobre todo, firmar el convenio pendiente

Lo anunciado hace apenas unos días por el secretario de Estado de Cultura no ha resuelto nada. Al contrario. Ha abierto nuevas dudas, ha reactivado viejas frustraciones y ha terminado de complicar uno de los proyectos culturales más importantes para Ávila, y a la vez más devaluados por el paso del tiempo y el desinterés institucional: el Museo del Prado en el Palacio de los Águila.

Que el proyecto se reduzca, finalmente, a una sala del Prado Extendido, como si eso fuera suficiente para saldar una deuda de casi tres décadas, es una decisión que empobrece las aspiraciones legítimas de una ciudad que lleva esperando desde 1998. Que no haya fechas concretas. Que no se haya firmado aún el convenio que se prometió en 2023. Que se rebaje la ambición a una réplica itinerante más. Todo esto dibuja un escenario tan decepcionante como revelador.

Porque las palabras bonitas no bastan. Y ya no hay forma de esconder lo evidente: al Ministerio de Cultura le ha faltado y le sigue faltando voluntad política para hacer de este espacio un proyecto singular, diferenciado, atractivo. Lo que se prometió fue una sede con exposiciones de primer nivel, únicas, pensadas para convertir Ávila en un referente y no en un apéndice más. Lo que se ofrece ahora es una solución reciclada, sin alma, sin ambición, sin arraigo.

Y ante esto, toca decirlo claro: Ávila no puede seguir esperando. Ni aceptando versiones reducidas de proyectos que, en su origen, nacieron para ser bandera de desarrollo y motor de atracción. No puede resignarse a ser una ciudad a la que se le da lo que sobra, cuando hay un compromiso firmado –aunque aún sin rúbrica oficial– que habla de otra cosa. Que habla de una implicación real, de una visión estratégica, de una presencia del Prado con contenido de verdad.

Se impone, por tanto, algo más que gestos. Urge reactivar los encuentros entre administraciones y, sobre todo, firmar el convenio pendiente. Urge licitar ya las fases que faltan, cumplir los plazos, acelerar la musealización. Y urge dejar de usar este proyecto como un comodín en campañas o como una foto puntual de visita institucional. Ávila no puede seguir siendo rehén de las excusas.

El Palacio de los Águila no necesita más promesas. Necesita apertura real, programación estable, gestión competente. Y una inversión que se traduzca en impacto cultural y económico. Si se hacen bien las cosas, este museo puede cambiar el mapa turístico de la ciudad. Pero si se sigue en esta línea de indefinición, lo único que se consolidará será el descrédito.

Porque aquí no hablamos solo de cuadros ni de salas. Hablamos de dignidad. De cumplir con una tierra olvidada durante demasiado tiempo. Y de una ciudadanía que ya no cree en anuncios vacíos, sino en hechos visibles. Si el Prado quiere estar en toda España, como se dice, entonces que empiece por cumplir en Ávila.