Luís Planas, que es un buen ministro y una buena persona, ha calificado la desatentada actuación del PP y Vox contra Teresa Ribera en el Parlamento Europeo como la expresión de una lamentable "falta de patriotismo nacional y europeo". En efecto; si denigrar en ese alto foro transnacional a una paisana no se compagina con el mínimo decoro exigible en materia patriótica nacional, tampoco desprende un gran amor por la patria común europea, que asediada hoy por todos sus flancos y aun desde su centro, trata de evitar desnaturalizarse y, con ello, sucumbir.
El PP, en su imposible huída hacia ninguna parte por la infame actuación de uno de los suyos, Carlos Mazón, en la reciente catástrofe valenciana, se ha inventado finalmente que la culpa de todo la tiene la vicepresidenta tercera del Gobierno de España, Teresa Ribera, y aprovechando que ésta se examinaba en Europa para acceder al cargo de vicepresidenta de la Comisión, puesto que ocupado por una española algún beneficio habrá de reportar a España, trasladó al Parlamento Europeo la alocada y pueril acusación, tal vez por extender a los parlamentarios de la UE su suposición de que la gente es tonta. La falsedad de la denuncia, que por falsa no hay por dónde cogerla, no evitó que la ínclita Dolors Montserrat, que debe creer que se le paga por expeler enormidades, pidiera poco menos que la cárcel para la examinanda Teresa Ribera. Tampoco Buxadó defraudó a los suyos, pero menos mal que la mayoría de los concurrentes, tras flipar con sus intervenciones, no les hizo el menor caso.
No es la primera vez, ni será la última, que el PP, el de Aznar, el de Rajoy, el de Casado, o éste de Ayuso/Feijóo, va a Europa a poner a parir al Gobierno de España y, toda vez que este surge de la voluntad popular, a España y a los españoles. Teresa Ribera, cuya responsabilidad en los desastres de la riada es nula, será probablemente vicepresidenta de la Comisión Europea, Luís Planas seguirá siendo un buen ministro que se ha fijado el propósito de que no se pierda en Valencia un solo cultivo, y el PP y Vox, si los cielos no lo remedian, unos partidos con una extraña, muy extraña, idea del patriotismo. Del nacional y del europeo.