¡Madre mía! He tenido que parar una media hora antes de poder empezar con nuestro café. Hace tiempo que no voy a comprar a la hora de comprar. Que parece una perogrullada como la que dijo aquel sobre los atascos, que se debían a que todos salíamos al mismo tiempo (lógica tiene, luego ya que otros factores influyan...). El caso es que me he levantado como un día normal, pensando en qué contarte, leyendo un libro que debería irse derecho a la hoguera, no porque anote equívocos, que también, si no porque nos toma por tontos a los lectores. Café doble, una pasadita a la casa y me voy.
Siendo pronto no habrá tanta gente. Pero claro, el tiempo pasa y el tráfico en esta ciudad es un desastre. Creo que nos deberían obligar a pasar un examen de reciclaje para conducir, y no esa revisión que ni un juego de las recreativas de los 80.
Una locura. Pero una locura tras otra.
Hace calor, ya es primera quincena y una espera que estéis todos en las playas o las montañas o incluso fuera de la península. Una espera su ciudad al estilo pueblos de los wéstern, con sus estepicursores incluidos (y si ya tienen la cara de Keanu Reeves es un plus (esto solo para los que hemos visto la película de Bob Esponja)). Una espera estar tranquila en verano. Pero no. Un caos en la ronda. Un caos en los cruces de calles estrechas. Un caos en el parking del supermercado. Que mira, entre que estoy viendo el Cuento de la criada y leyendo un libro que si ya tenía pocas neurosis con la comida me las está aumentado, me ha parecido que estábamos de nuevo en la pandemia y nos iban a confinar. Porque el súper solo lo he visto así el día 13 de marzo de 2020. No había ni zanahorias ni calabacines. La crisis del papel higiénico y de la levadura fueron posteriores. Pero ¿Calabacines? ¿En serio? Total. Que no sé qué pasa hoy que todo está colapsado. Otra serie que te recomiendo. El colapso. Grabado cada capítulo en plano secuencia (creo recordar) con un componente de angustia muy grande, porque es plausible. Igual que la de One Year, que yo creo que ya te he recomendado, y ahora el Cuento de la criada, no puedo parar de verla. Aunque en cada capítulo casi no pasa nada, hasta el final, como pasa en Mad Men. Que dices, si es que no está ocurriendo nada y de repente ¡Catapún! Y te deja toda descolocada. Y es que, por mucho que digamos que no, estamos muy cerca de que a las mujeres nos vuelvan a tratar como hace 90 años. Y no lo voy a permitir. Pero no entremos en política. Que no es mi tema.
El libro que me tiene absorta, entre otros cinco, se titula Del ultramarinos al hipermercado. Escrito por un chiquito que vivió en Béjar, casi como Ávila, en los 80/90, igualito que yo. Y está describiendo mi infancia y adolescencia a la par que me enseña cosas sobre los alimentos. Es muy divertido, si compartes generación, y muy instructivo, si quieres saber verdades sobre leyendas alimentarias.
Por cierto, ¡Ya fui a la piscina!