M. Rafael Sánchez

La mirada escrita

M. Rafael Sánchez


Lo puro y lo útil

10/03/2025

Foto: Ana Jiménez 

La historia de la humanidad no habría avanzado nunca si el principio de pureza no hubiera sido trasgredido por el de lo útil. La pureza está asociada a los preceptos, bien sean ideológicos o religiosos. Lo útil está asociado a la ciencia y al devenir histórico. O sea, lo útil entra en el ámbito de las respuestas ante los hechos y lo puro en el ámbito de las creencias inamovibles.
El pasado día 2, Jordi Évole entrevistaba a Gabriel Rufián, uno de esos pocos políticos que, con el paso del tiempo, va agrandando el eco de sus intervenciones parlamentarias y reflexiones personales. Sin alzar la voz, sin insultar pero con vehemencia templada, se va convirtiendo en un referente dentro de la izquierda más allá del mundo catalán. Esa intención –o estrategia- tranquila e inteligente le ha llevado a ser denostado por parte del nacionalismo catalán y odiado por sectores de la derecha. Ante el comentario de Évole acerca de cómo es odiado y acosado, contestó que prefería ser útil a puro. 
¡Ay si nos olvidáramos, cuando es necesario, de la pureza de nuestros principios, esos que queremos imponer porque nos consideramos superiores y en posesión de la verdad! ¡Cuántos unen su honor a mantener unas ideas que le dan prestigio y poder ante sus correligionarios y acólitos! De la pureza al fanatismo hay un leve trecho, pues ambas beben de una misma agua, la de creerse en posesión de la verdad absoluta. Nada más alejado del respeto mutuo que ese querer imponer su idea de la verdad. Como decía antes, sea esta religiosa o ideológica. Ya sabemos a lo que nos llevan los puros: a la inquisición, la cárcel, la persecución, las guerras, las dictaduras, el ostracismo al diferente… En definitiva, a la intolerancia y a la violencia sobre los que no piensan como nosotros. 
Obras son amores y no bellas razones, dice un refrán popular que ni ha perdido ni pierde su vigencia, y que conviene recordar de vez en cuando. Y es que lo que cambia una situación que consideramos injusta es la acción real que actúa a favor de las personas, no los discursos que analizan esas situaciones de injusticia, pues siempre habrá divergencias sobre qué análisis es más fino, más elaborado, más actual. Quien gusta de elucubrar recetas, no cae en la cuenta que lo que es necesario es elaborar la medicina, que esta funcione. Y ahí entra lo útil. Creo que es más útil Rufián, apoyando políticas que benefician a las personas, que Puigdemont enarbolando banderas y discursos de nacionalismo rancio. Y los ejemplos en política y otros ámbitos son infinitos.
Por supuesto, esto no significa que vivamos sin principios que orienten nuestras acciones. Significa que no debemos mirar la realidad siempre con ellos, que tenemos que tener la capacidad de quitarnos esas gafas, que a veces son añejas, y mirar con nuestros propios ojos lo que nos rodea y pensar por nosotros mismos. Aunque nos resulte muy incómoda de ver esa realidad, que ver no significa aceptar. Siempre habrá grandes teóricos puros para todo. Conocí a uno que escribió un manual para llevar una vida feliz y saludable. Le recuerdo siempre triste y con un cigarrillo entre los dedos.