Sara Escudero

Desde la muralla

Sara Escudero


De cuando me duele el alma

30/04/2024

Me duelen los muertos. Empezar así una columna es un tanto complicado, pesimista y quizá una locura. No llama nada la atención y no lleva a titulares confusos, poco profundos o quizá a bulos. No invita a dar un like y mucho menos a seguir con el contenido. No es información basada en hechos que escuché, que me contaron o que se fundamentan en un estudio de alguna universidad famosa de Estados Unidos. Empezamos mal, pero he de confesarte, que me duelen los muertos.
Me duele el alma, me duele cada uno de ellos que aparecen en la lista de decesos y que leemos en un mail tras una pantalla. Me duele, me duelen, sí.  Y digo muertos porque es un martes de primavera, y comenzar con un me duelen los asesinados suena demasiado duro para el horario de "apto para todos los públicos".
Me duelen independientemente de su nacionalidad, del motivo y de la noble causa por la que algunos puedan justificar este incomprensible dolor. Me duelen todos ellos con sus familias, con sus futuros, con una vida por delante. Me duelen igual, sean de donde sean, vengan de donde vengan y tengan la nacionalidad que tengan. Me duelen igual, aunque a veces solo sean números impersonales, tristes números enteros, cifras naturales, que en este caso no tienen su número en negativo correspondiente. No contamos -1, ni -100, todos son cifras positivas, que engrosan la lista que hoy, nos duelen hasta tocar el alma. 
Me duelen los muertos por igual. Aunque no todos tengan la misma importancia para la opinión pública. A pesar de que deberían dolernos lo mismo. Empáticos con lo cercano, invisibles a lo lejano, indiferentes a la realidad. Nos dicen, nos cuentan, creemos, sacamos nuestras propias conclusiones. Y lamentablemente, no nos duelen todos los muertos de igual manera. 
Inocentes, los que pasaban por allí, los que aguardaban tener un día tranquilo, o las personas vinculadas a la ayuda humanitaria. Mismo denominador común: todas ellas personas anónimas. Y, aun así, no nos duelen por igual. Solo llenarán páginas y serán "carne de titular" las que en su pasaporte tengan un sello de conteniente/país "de bien". Solo llenarán un titular las que, prestando ayuda humanitaria, vayamos de fuera. Sin pensar en cada persona voluntaria o trabajadora, que ha fallecido a fecha de hoy, cumpliendo su mandato humanitario. Aquellas que hicieron suyo el "o vives como piensas, o terminarás pensando como vives". Y sí, me duelen todas: los que entran con visado y los que tienen nacionalidad propia. 
Y así es como acabó abril, otro mes de abril robado, agotado, triste y bipolar. Porque en su otra cara de la moneda, tiene la vibrante primavera. Un mes que huele a lila, a narcisos, a nomeolvides y al despertar de la vida. Pero a la vez, un mes trágico del dormir a la muerte. Otro mes, para reflexionar que, hasta en los días más oscuros, siempre hay historias llenas de color y optimismo. Pero que no se nos olvide, que nos deberían doler por igual. Otro mes, en los que duele el alma, en los que duele seguir activos, en los que debemos cambiar la indiferencia por ser diferentes.
 

ARCHIVADO EN: Ávila, Estados Unidos