Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


Entre héroes y castillos

06/05/2024

Los cuentos de hadas nos muestran la necesidad de realizarnos justo como los héroes que llenan sus páginas, como gentes dispuestas a enfrentar el mal y defender al débil. A pesar de su antigüedad, estos cuentos siguen creando en nosotros la ilusión de conseguir hazañas y grandes gestas que influirán de forma muy notoria en la opinión que tendremos sobre el mundo y sobre nosotros.

A lo largo y ancho de la geografía española, la personalidad de las ciudades que la componen hace que sus murallas, sus acueductos y sus teatros nos sumerjan en uno de esos cuentos, cuentos que a veces han superado la ficción y han alzado a unos pocos personajes a la categoría de héroes. La psique humana necesita dos cosas básicas para su correcta motivación: el objetivo de alcanzar la gloria en algún aspecto de la vida sea pequeño o grande, y una persona que desee transformarse en digna de dicho reconocimiento.

Pero hay que entender que era mucho más fácil ser bueno en algo hace tan solo algunas décadas de lo que resulta serlo ahora. ¿Cuál es la razón por la que vemos que en la época en que vivimos, las depresiones, los suicidios y el desánimo general están más asentadas cada día? Si uno estudia la historia humana y ha leído a los grandes filósofos y psicólogos que han convertido la salud mental en una ciencia de mejora y recuperación, puede observar un cambio muy principal que se da en la sociedad moderna respecto a los siglos de donde salieron los héroes y heroínas de quienes hoy presumimos tanto en películas como en libros: los contratiempos que antes fortalecían el juicio de lo que significa ser una persona valiente, ahora se han transformado en pésames hacia uno mismo. Las personas ya no luchan por mejorar lo que tenían, sino por mantenerse a flote e intentar llevar lo que les queda de vida lo mejor posible.

La balanza ha cambiado radicalmente y cuesta mucho encontrar a alguien que de verdad se crezca ante los problemas. Hambre extrema, plagas incontrolables y guerras constantes asolaban el planeta de forma imparable hace quinientos años, mil años, tres mil años. No había antibióticos ni análisis de sangre, no había red eléctrica ni gas ciudad, no había llamadas telefónicas ni prestaciones por desempleo. Había gente con ganas de salir adelante como herreros, agricultores o guerreros.

Hoy, alcanzamos las cuotas de adhesión a las emociones negativas más altas de la historia y es por esto que se llora con mayor facilidad, afloran mucho antes las sensaciones de rabia, tristeza y angustia y lo que es peor, un alto porcentaje de las personas que acuden a consulta afirman no saber por qué les ocurre. Dedicaré un próximo artículo a las consecuencias de eludir y reprimir nuestros instintos en pos de un modo de pensar, actuar y vivir impuesto desde el exterior.

Lo que sí es cosa nuestra es que quien vive una «mentira de vida» está obligada a salir de su vulnerabilidad, antes de que la vulnerabilidad acabe con su alma por completo. Un héroe hace lo que debe, hace su trabajo enfrentándose a lo desconocido. No se queda encerrado encerrado en su castillo esperando a que amaine la tormenta.