Domingo del Prado

Los lunes de Domingo

Domingo del Prado


El parto de los montes

06/05/2024

"Con varios ademanes horrorosos

los montes de parir dieron señales(…)

Después que con bramidos espantosos

infundieron pavor a los mortales,

estos montes, que al mundo estremecieron,

un ratoncillo fue lo que parieron.

"Hay "pedros" que en voces misteriosas,

estilo fanfarrón y campanudo

nos anuncian ideas portentosas;

pero suele a menudo

ser el gran parto de su pensamiento,

después de tanto ruido, solo viento…"

Lo mismo que anunciaran

Esopo y Samaniego

voy a contar el parto

de los montes y Pedro.

En carta muy sonada,

llena de sentimiento,

El Presi de La Hispania

anuncia al universo

que iba a hacer Ejercicios

Espirituales: —Pienso

con el alma encogida,

y estoy dudando, y creo

que a lo mejor dimito,

no aguanto tal asedio,

me tiene muy jodido,

muy harto, no hay derecho,

toda la fachosfera…

¡me tiene hasta los "mesmos"!

Los jueces y las diestras

siempre están malmetiendo,

sospechan de mi Bego

con tó lo que la quiero,

y me tachan de okupa,

de chulo y embustero…

Yo ya no aguanto más,

¡Estoy hasta los mesmos!

Voy a hacer ejercicios

y a meditar un tiempo,

a a pensar si dimito

y renuncio a este empleo,

que estoy hasta… ¡ya saben

a los que me refiero!

Soltó esta grande bomba

El Presi del gobierno,

y tembló media Hispania,

y el universo entero…

A unos puso en la boca

goloso caramelo,

creyendo que se iba

por el portón trasero…

Otros, al ver la carta,

saltaron al momento

y ministros pelotas

y diez mil peloteros,

cual leones heridos,

de la nada surgieron

con ostentosos gritos

y miles de aspavientos:

—Piénsalo bien, Don Presi,

Gran Pedro, te queremos,

Si tú te vas, Gran Jefe,

sin ti, Presi, ¿qué haremos?

Si tú nos abandonas,

quedamos todos huérfanos

y moriremos de hambre

¡eres nuestro sustento!

¡Piénsalo! ¡No dimitas!

¡Por favor, sigue, Pedro!

¡Sin ti, la democracia

se muere sin remedio!

Pero al fin llegó el lunes,

y Pedro el parturiento

emitió contracciones

y, en paritorio abierto,

dieron radios y teles

el parto en directo,

y asistió toda Hispania

al acontecimiento,

transida de emoción

y cagada de miedo.

"¡Ay, Pedro, "pare" ya!"

gritaba todo el pueblo

—"pare", no de parir,

sino del otro verbo

de "dimitir", "parar",

"irse con viento fresco"—.

Y en un sonoro parto,

con grande sufrimiento

—embarazado estaba

de críticas don Pedro—

el Presi al fin parió…

¡un ratoncito negro!

¡Vaya triste parida!

¡Qué pobre alumbramiento!

Lo mismo que en la fábula

de Hisopo y San Maniego,

aunque a bombo y platillo

anunció el gran evento

y estuvo cinco días

con "me voy o me quedo",

mareando la perdiz

a diestro y a siniestro,

el monte de Mont Cloa

y su inquilino, Pedro

—él es "el puto amo",

ojo, no me lo invento,

que lo dijo don Puente,

atrevido y obsceno—

¡parieron un ratón

ridículo y pequeño!

¡Cuánta parafernalia

y cuánto movimiento,

cuántas horas perdidas,

tomándonos el pelo,

pa parir un ratón

en La MontCló don Pedro!

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