Ignacio Miranda

Riendas en banda

Ignacio Miranda


Europa inane

04/04/2025

Hay figuras que marcan una época, la que les tocó vivir, pero con el paso del tiempo se engrandecen aún más. Sucede con Juan Pablo II, de cuya muerte se cumplieron dos décadas el pasado miércoles. Fue un ejemplo de entereza ante el sufrimiento por el Parkinson y otras complicaciones de salud derivadas del atentado. Pero el hombre que padeció los horrores del nazismo y del comunismo, abrazó la cruz para dar una lección ante un mundo descreído y pusilánime de cómo afrontar el final. Con serena lucidez, aseguraba su médico, quien siempre destacaba de él su férrea voluntad y el elevado umbral del dolor.

Hizo suya la cita de Santa Teresa –«En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino hasta el cielo»– y, en aquel atardecer primaveral de 2005, justo antes de expirar, con voz tenue y en polaco, acertó a decir "Dejadme ir a la casa del Padre", según explicó Navarro Valls. Hoy se hace harto necesaria la reivindicación del santo Wojtyla como hombre de Dios, como líder de masas, como evangelizador moderno. Su recuerdo imborrable permanece. Como no lo evocan las tibias instancias vaticanas, lo hacemos los creyentes conmovidos por su carisma y su espíritu peregrino. 

Nos viene a la mente su antológico discurso del 9 noviembre de 1982, en Santiago de Compostela, apelando a la identidad cristiana europea. Sin complejos. Clamando por la recuperación de unos valores que hicieron grande a este continente, que llevó su civilización a América, que puede seguir siendo faro del mundo a pesar de las crisis sociales y culturales de entonces, ahora multiplicadas. Unas palabras proféticas que generan sarpullido en esa Unión Europea de grises burócratas que han hecho del buenismo su único credo, hasta llevarnos a una insignificancia lacerante plasmada en el tapón de botellas de plástico y el poni de Von der Leyen. ¡Ahora repara la Comisión de pitiminí en que hemos descuidado la defensa! Si solo fuera la seguridad... Sin distinguir lo fundamental de lo accesorio, seguiremos siendo una Europa inane.