Estas fechas, necesariamente, son para el recuerdo de unos acontecimientos que hace algo más de dos mil años inundaron la tierra de esperanzas, alegría y buenos deseos: «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Pero los corazones están tristes, poco nos duran los buenos deseos, porque el mundo está lleno de lo contrario…
Son fechas de recuerdo, de conmemoración, de revivir unos ideales de paz, amor y felicidad. Fechas de unión entre las gentes y especialmente en las familias. Eso es lo que nos deseamos fundamental y repetidamente durante estos días. Aunque modernamente sigan aumentando los mensajes comerciales incidiendo en la «necesidad» de consumir, que por otra parte nada tiene que ver con el verdadero espíritu de la Navidad. Fíjense amigos lectores, debe ser que uno estos días se pone tierno, como que rememoramos aquellas tradiciones que vivimos de niños, muchas de ellas perdidas, o diluidas en favor de costumbres extrañas que nos legan de otras latitudes y que más bien tienen poco que ver con nuestra cultura e idiosincrasia.
Pero esas miradas infantiles no se han acabado, aún podemos ver esos ojos de niños que se salen de admiración al contemplar unas escenas del Belén, o del «nacimiento», como nosotros le decíamos, o al ver a los Reyes Magos de Oriente. Esa inocencia que pronto perdemos y que nos hace ver todo de forma distinta.
Estoy deseando ver esos belenes magníficos que montan nuestros belenistas aficionados, pero magistrales, que nos llevan a revivir esa tradición, que nos hace como niños contemplando aquella belleza recreada de la noche más grande jamás vivida, que nos dice, para quien quiera oírlo, el verdadero motivo de estas fiestas que llamamos NAVIDAD.
Modestamente yo en mi casa pongo el Belén reducido, lo que llamamos «el misterio», es decir las figuras mínimas fundamentales para esa recreación: el portal o gruta, hecha con troncos de la leña de mi chimenea, los rebusco para su acople y que resulte lo más creíble posible; las figuras de la Virgen, el Niño Jesús y San José, la mula y el buey, con el Ángel anunciador, el primer pastor con ofrenda y los Reyes Magos en actitud de adoración con sus ofrendas… con unas luces, ya tengo mi propio «nacimiento» y espero ponerlo muchas veces más… ¡o las que Dios quiera!, y el árbol, una planta de Araucaria que en verano adorna mi patio y en invierno, junto a mi despacho, la adorno de luces, doble utilidad y además muy resultón…
Luego viene el ambiente externo, en nuestras calles y plazas, de luces, más que otros años… es curioso, cuando los problemas y los precios de la energía nos amenazan y especialmente a las economías más desfavorecidas, las luces públicas, aunque sean de Navidad, se multiplican… no deja de ser una incongruencia. Ya lo sé, me dirán que como ahora son de led, el gasto es menor… seguramente. Pero hay una cosa además de eso, el ejemplo que se da al público. Hoy las ciudades rivalizan en diversas medidas por destacar en esos adornos, que incluso se convierten en una atracción turística, que hasta excursiones provocan para su admiración… no deja de ser la socialización de la fiesta…
No obstante lo dicho, y volviendo a mi ciudad, está muy iluminada y bonita, en especial las plazas de la Villa, y del Arrabal, con esas chorreras que caen de los soportales, que parecen estalactitas y que son mu resultonas, el árbol metálico que hace unos años se puso de moda e inundó todas las ciudades y pueblos, y los otros, los naturales, también adornados de guirnaldas luminosas… en la del Real, en el templete de la música, está el belén grande. Como la Banda Municipal de la Música ya no cabe en este templete, ha crecido mucho en número y en calidad, pues se recicla este típico y antiguo templete.
Y hablando de economía… hoy mismo, cuando escribo esta columna, acabo de gastarme la extraordinaria, en combustible de calefacción y un poco de leña para la chimenea. Bueno, si el invierno no es muy frío, ya le tengo dado un buen golpe, y si vuelve el rabo, como decía mi abuelo, que sea lo que Dios quiera!!!
Yo hoy quiero acabar estas líneas con mis mejores deseos de una feliz Navidad para todos, y quiero hacerlo con esta estrofa de uno de los villancicos que más me gustas y que nuestra Coral La Moraña lo borda:
En la más fría noche de la Navidad
encima unas pajas Jesús duerme ya
y todas las estrellas que en el cielo están
contemplan con gozo su rostro galán…