No esperaba gran cosa de William H. Mcraven y su libro Hazte la cama, pero no me avergüenza reconocer que me ha influido más que los libros de Jordan Peterson. Los militares tienen la habilidad de condensar en breves palabras su sabiduría y experiencia.
Esa capacidad de síntesis facilita la resolución de problemas, ya que teorizar sin ejecutar no sirve de mucho. En el campo de batalla los reflejos salvan muchas dudas y la pasividad mata. Antes de la invasión de Ucrania, un sujeto no muy leído, dijo a la Unión Europea que sería inteligente invertir más en defensa y dejar de comprar gas y petróleo ruso. Los medios del continente y la élite política le descalificaron por maleducado y abusón. Sigo esperando que alguien se disculpe.
El Occidente culto, progre y de altísima exigencia moral encuentra dificultad en distinguir el agresor del agredido, el dueño del okupa, el terrorista de la víctima. Todos los actos violentos tienen una causa y siempre es responsabilidad del que la sufre, no del que lo ejecuta.
Hace unos años, la Unión Europea puso a Ucrania en una situación diplomática límite que podía provocar una respuesta violenta de Rusia. Éramos conscientes de ello, pero vivimos ajenos a las consecuencias de nuestros actos personales y colectivos.
Ahora nos sentimos cómodos aplicando gradualmente el suministro de armamento lo que provoca un incremento de las víctimas de ambos bandos. Es cuestión de tiempo que Rusia considere esa actitud hipócrita y haga algo al respecto. Creo que en este punto el cinismo occidental es cierto.
Los debates morales sobre la guerra son absurdos cuando lo tienes a la puerta de casa. Te defiendes con lo que puedes y proteges lo tuyo, porque te va la vida en ello. Hay una guerra en el continente y un país ha sido invadido. Podemos filosofar todo lo que queramos, pero las guerras las ganan los que están dispuestos a perderlo todo. El "gradualismo" no es una estrategia sino una cobardía infantil.
Todos sabemos lo que hay que hacer, pero los políticos europeos se escudan en florituras intelectuales para eludir la responsabilidad moral evidente. El ejército ruso solo se retirará de Ucrania si percibe un compromiso radical de Europa por su integridad territorial. Nuestro bienestar se resentirá si renunciamos a la energía rusa, pero es un paso previo honesto para acabar con una agresión. Desgraciadamente esto se parece más a la novela El Infiltrado de John le Carré.