Magaz de Pisuerga supera el millar de habitantes otra vez desde hace tres años y su colegio se está ampliando con la construcción de un nuevo edificio porque el viejo ya no da de sí para los más de 60 niños que acoge. También puede presumir de centro cultural, polideportivo, piscinas, una farmacia que ya querrían muchos barrios de ciudad, la iglesia de San Mamés y unas manitas de cordero para volverse loco en el bar de la plaza; pero ni un solo servicio bancario. «Con todo lo que luchamos por la oficina y mira cómo estamos, sin oficina y además sin el cajero que pedíamos desde antes del cierre», critica una de las responsables del bendito guiso, Isabel de la Fuente, mientras sirve los primeros cafés de la mañana y alguna copa de anís. Tertulia política electoral en la tele, sonido de tragaperras, sereno tintineo de vajilla y un lamento sordo que copa el ambiente en cuanto el periodista empieza a hacer preguntas del tema bancario.
La única sucursal que tenía esta localidad de la comarca palentina del Cerrato echó el cierre hace casi 10 años. Nunca hubo cajero pese a la insistencia vecinal, y el bus de banca móvil que puso Unicaja como alternativa hizo su última parada el 25 de enero de 2021. Suspendió el servicio allí y en otros seis pueblos del entorno, agravando la alarmante exclusión financiera que sufre tanto el medio rural de esta provincia como el del resto de Castilla y León. De hecho, no hay otra Comunidad en todo el país con peor acceso a efectivo, tal y como retrataba el Banco de España en un estudio publicado el pasado verano. La cobertura más baja con casi 370.000 habitantes sin cajero (el 15% de la población) en un radio mínimo de cinco kilómetros que se duplica en el caso de Magaz, ya que sus vecinos deben desplazarse casi 12 kilómetros para llegar a Palencia o 9 a Venta de Baños. No en vano, el paulatino cierre de oficinas que se precipitó a partir de 2008 por la crisis y las fusiones bancarias ha retraído la red nacional a niveles de finales de los 70 o primeros de los 80, según el territorio; apenas la mitad de las que llegó a haber en tiempos del boom inmobiliario.
«Nos decían que si no teníamos más de 1.000 habitantes no se podía poner cajero, pero ahora tenemos más y seguimos igual», denuncia Isabel. Ahí reside precisamente una de las singularidades de Magaz, ya que por un lado no es raro que carezca de este servicio cuando no existe en 1.817 de los 2.248 municipios de Castilla y León, el 80%; pero coincide que es de los pocos que crece: de 739 habitantes en 1996 a 1.097 en 2012, con bajada a 981 en 2017 y repunte hasta sumar 1.024 en el padrón vigente, del 1 de enero de 2021.
Tomás González, que rechaza poner datáfono, acaba de activar Bizum para los clientes que no quieran pagar en efectivo. - Foto: Óscar NavarroEntre ellos está Hermógenes Guijas, el eterno tendero, que con 84 años lleva toda la vida dando servicio a sus vecinos: «Cuando encuentre mujer me jubilo, antes no que me aburriría», bromea. Tan pronto vende tabaco como patatas o magdalenas; y si está cerrado, basta con tocar la ventana para que atienda; a veces incluso más allá de las diez de la noche.
También está Tomás González García, «castellano total» de Saldaña pero asentado en Magaz desde hace ocho años y batallador por la «vergüenza» de internet que tiene en su zona, igual que en tantos cientos de pueblos de la Comunidad, por más escritos de queja que haga. Después de haberse pasado casi toda su vida «trabajando mucho pero ganando bien» como encofrador, tuvo que reinventarse por la crisis y en diciembre de 2013 abrió una flamante tienda multiproducto donde antes sólo había un garaje con un tractor. La pescadería cerró hace casi diez años y la carnicería hace más, pero algo de comida venden 'Hermo' y 'Tomy', un privilegio que no está al alcance de los aproximadamente 700 pueblos de Castilla y León que no tienen ningún comercio; en 2017 eran 733, en concreto, y 228 sólo contaban con uno, según datos oficiales de la Junta, que ese año decidió implicar a las diputaciones en el reparto de ayudas para abrir más. Y efectivamente, en estos últimos años se han abierto o traspasado varias decenas, pero otros han cerrado y el balance neto está por conocerse porque no se ha presentado.
En Magaz también hay una armería, una peluquería... Bares sólo son tres, y sin más rastro bancario que el local de la vieja oficina, pegado al Ayuntamiento y vacío; o vaciado.
La alcaldesa de Magaz, Patricia Pérez, conversa con la enfermera del consultorio, que lleva años sin un médico fijo. - Foto: Óscar NavarroPasadas las 10 de la mañana entra al bar de la plaza el cartero, Jorge Mediavilla. Deja un paquete y a seguir la marcha: «En todas partes se mueve cada vez más paquetería y en los pueblos se nota mucho porque como no tienen de casi nada... Los mayores no saben pedir por internet, pero el resto se evita ir a Palencia para cualquier cosa. Ahorran viajes pero bueno, también es dinero que se lleva el Jeff Bezos ese (accionista mayoritario de Amazon)». «Algo» dice Jorge que ha oído de la posibilidad de que Correos incluya a este pueblo en su iniciativa nacional de poner cajeros en oficinas postales del medio rural, aunque está por verse, y los vecinos apuntan que la de Magaz tampoco va sobrada de horario: abre media hora al día, ya que el cartero pasa más tiempo en el pueblo, pero haciendo repartos.
Por la plaza cruza ligera Mari Paz Perrote, 'Pacita', quien se sobrepone al «miedo» inicial a la cámara para expresar la indignación que aún hoy siente por el cierre de la oficina bancaria. A ella le dolió especialmente porque, aparte de ser clienta, trabajaba limpiándola y se quedó sin ese empleo cuando le faltaban unos años para jubilarse: «No hay derecho a que nos hagan esto a los mayores que no podemos viajar». Tiene 76 años bien llevados pero son los hijos los que le sacan dinero en Palencia porque dice que no se sentiría segura si fuera ella «con todo lo que está pasando». «Si tengo que actualizar la libreta o hacer otras cosas sí que me llevan, pero cuando pueden, y tiene que ser a la oficina de Venta de Baños porque en Palencia nos dicen que la nuestra es ésa», critica. Un problema añadido porque la frecuencia de autobuses a la capital palentina no convence, pero es que a Venta de Baños no hay ninguno.
El taxi sale «por 12, 13 o 15 euros entre ir y volver», según cuenta Hermógenes durante la visita a su tienda, antes de ultramarinos y hoy estanco, pero también con comida. Lo de cobrar con tarjeta no va con él, «que es mucho lío», y el bar de la plaza sólo acepta a partir de 10 euros.
La farmacia sí que no marca mínimos para poner el datáfono a funcionar, y en el pueblo hay al menos un negocio que simula compras a vecinos de confianza para facilitarles efectivo si andan muy necesitados, pero pide no ser identificado para prevenir el efecto llamada o que la excepción se convierta en norma.
La siguiente escala es en la tienda de Tomás, que ni tiene datáfono: «Si vendes una barra de pan y el banco se lleva tres céntimos por pasar la tarjeta, o subo el precio o me quedo sin beneficio; y si pongo un mínimo para pasar la tarjeta pero te viene un cliente habitual sin dinero que insiste en que le cobres, ¿le dices que no?». La conversación le recuerda los folios-cartel que tiene preparados desde hace semanas para informar de que ahora acepta pagos por Bizum, y aparte hay algunos vecinos que tienen 'cuenta' allí: «Me pagan el pan de todo el mes por adelantado, o me dan 40, 50 o 100 euros y se van llevando lo que quieren hasta que gastan el saldo», explica.
Quejas por la sanidad
De camino a la farmacia toca pasar de nuevo por la plaza. Ya es mediodía, el sol de invierno ha puesto el pueblo a diez grados, la fina capa de hielo que cubría una zona en sombra cerca de la entrada del bar casi ha desaparecido y en una mesa alta de la terraza mueven papeles la alcaldesa de Magaz, Patricia Pérez, y su homólogo de Soto de Cerrato, Jesús María Sánchez. Resulta que están recogiendo firmas debido a la «lamentable situación» de sus consultorios por la falta de médico fijo, y ya llevan más de 600. «Esto viene de antes de la pandemia porque el que teníamos se jubiló y su plaza se ha ido cubriendo con interinidades, pero es que desde hace unos meses viene uno distinto cada día, no conocen a los pacientes y hay quejas», explica Pérez. No contaban con toparse con un periodista, pero responden con naturalidad pese a ser del PP, sin intereses partidistas. «Los consultorios no han cerrado, pero es verdad que la atención ha empeorado», matiza la regidora de Magaz. «Y al final nosotros nos debemos a nuestros vecinos», añade el de Soto.
«La verdad es que el pueblo está bien y hay servicios que funcionan, pero es que dos tan demandados como el consultorio y el banco...», continúa Pérez, ya sin su colega, que llevaba prisa, y ahora de camino al centro cultural. Allí han trasladado las dependencias municipales mientras se llevan a cabo obras en el Ayuntamiento para instalar un ascensor, entre otras mejoras.
El consultorio coge de paso y dentro está la enfermera Lorena Estébanez «deseando tener médico fijo», confiesa, ya que antes le acompañaba a diario y ahora sólo hora y media tres veces por semana, lo cual le obliga a tirar de teléfono a menudo para que le autoricen recetas.
«La verdad es que de bares también vamos justos con sólo tres para más de 1.000 habitantes», prosigue la alcaldesa. «La oficina de Correos se nos queda corta con media hora al día; autobuses a Palencia hay siete de lunes a viernes, pero con horarios sin sentido si por ejemplo entras a trabajar a las ocho de la mañana; los sábados dos y los domingos ninguno». Tienen estación de trenes, pero sólo paran cuatro por semana: «Los lunes a las 9.45 y los domingos a las 15.00 hacia Valladolid, y dos a Miranda de Ebro los sábados a las 16.00 y los domingos a las 21.00», resume. «Lo que sería esencial para la provincia es intentar implantar algún sistema de cercanías que conecte todos los tramos de la provincia, al estilo de los que hay en Asturias o Cantabria, que funcionan muy bien y se usan mucho», sugiere.
Con el colegio sí hay satisfacción general. «Tenemos tres aulas de Infantil y casi no cabemos», destaca uno de los maestros. Y otro de los grandes orgullos del pueblo es su farmacia, última parada del recorrido. Su propietaria, Elisa Miguel, apostó fuerte cuando la compró hace seis años e invirtió en una profunda reforma y ampliación: «Era una farmacia pequeña, pero la haces bonita y grande y ves que la gente responde», valora. Todo un contraste cuando en Castilla y León se perdieron 21 en cuatro años. De 2019 a 2020, por ejemplo, en España abrieron 59 y cerraron 13, y esta Comunidad copó 9 de esos cierres sin sumar una sola apertura. Ahora quedan 1.602 entre las nueve provincias, de las cuales 817 están en el medio rural, y más de 200 (casi el 15%) tienen su viabilidad amenazada por baja facturación (menos de 200.000 euros al año). Aparte hay otras 269 que resisten pero ya no como farmacias ordinarias, sino como botiquines; es decir, que han pasado a depender de otras del entorno que las suelen abrir un par de horas dos o tres días por semana.
'Eli' también se desplaza con frecuencia de Magaz a Palencia para hacer ingresos y traer cambios, y hace sólo unos días, «por las prisas», le tocó pagar como 'comisión' una multa de aparcamiento que no era la primera. «Los vecinos también nos traen ahorrillos y nos viene bien para cambios», añade su compañera Aixa Cortezón, que trabaja allí desde hace apenas un año pero ya sabe bien los trastornos que causa la falta de oficina y cajero. «No me extraña lo de ese hombre mayor que pide a los bancos mejor atención», dice en alusión a la campaña enChange.org que ha recabado medio millón de firmas. «La gente mayor debería tener mejor acceso tanto a los bancos como a los médicos». Y en el medio rural, con más motivo.
EN BREVE
LAS CIFRAS DE LA BRECHA BANCARIA. Un estudio publicado el pasado verano por el Banco de España pone negro sobre blanco el grado de exclusión financiera alcanzado en Castilla y León, la Comunidad con peores ratios de España, con más de 365.000 personas (el 15% de su población) de 1.817 municipios (el 80%) no tienen cajero en un radio de cinco kilómetros o incluso más. Zamora es la provincia que sufre la peor cobertura en proporción con el tamaño de su población al verse afectados el 27,8% de sus habitantes (47.354), seguida de Ávila (21% y 33.618 personas), Segovia (19,9% y 30.511), Salamanca (18,7% y 61.447), Palencia (18,2% y 23.231),León (16,5% y 75.460) y Burgos (13,7% y 49.122).
FARMACIAS CON SU VIABILIDAD AMENAZADA. Castilla y León ha visto cómo se cerraban 26 farmacias en los últimos cuatro años. Contabilizaba 1.602 a finales de 2021, 817 de ellas rurales, 150 semiurbanas y 635 urbanas; y cerca del 15% (unas 200) con su viabilidad amenazada por baja facturación (menos de 200.000 euros al año). En España, de 2019 a 2020, por ejemplo, se produjeron un total de 59 aperturas y 13 cierres, y esta Comunidad no sumó ninguna nueva, pero copó nueve de esos cierres: dos en Zamora (se quedó con 162) y una en Ávila (131), Burgos (200), León (322), Palencia (96), Salamanca (256), Segovia (98) yValladolid (282); enSoria no cerró ninguna, pero ya era la que menos tiene (62). Y aparte, hay 269 convertidas en botiquines como alternativa al cierre; es decir, que pasaron a depender de otras farmacias del entorno que los suelen abrir un par de horas dos o tres días por semana. Aunque de estos últimos también cerraron 21 en cuatro años.
PUEBLOS CON DÉFICIT COMERCIAL. La Junta presentó un estudio diagnóstico en 2017 que le permitió contabilizar hasta 733 localidades en Castilla y León sin ningún tipo de comercios de productos básicos, así como 228 en los que sólo había uno. Registró hasta siete zonas en el bloque de mayor déficit comercial: noroeste de Burgos (alfoz de Quintanadueñas, Villadiego); oeste de Burgos y límite con Palencia (Melgar de Fernamental, Villalbilla de Burgos); noreste de Zamora (Villalpando); los límites geográficos de las provincias de Burgos y Segovia (Cantalejo); Este de Soria (Ágreda); Este de Zamora y límite con Salamanca (Fuentesaúco); y centro-oeste de Zamora (Alcañices).