Es el tema de estos últimos días, porque aún no cesa, ¡con lo que ya llevamos! El mayor desastre de la historia de Ávila, en conjunto de toda la provincia, porque siendo de la zona de la sierra, por solidaridad, lo es de toda ella, y se siente profundamente.
Tengo grabadas en la retina unas imágenes espeluznantes, de sitios y de circunstancias diversas, todas ellas demostrativas del alcance descomunal de esta catástrofe. Comenzaron las tibias y vagas noticias de un fuego en la sierra, ocasionado al incendiarse un vehículo en la carretera N-502 en Navalacruz. Desgraciadamente por la abundancia en estas fechas de ellos, pasó casi desapercibida. Nos estamos acostumbrando tanto a estas cosas, que asistimos indolentes a las noticias repetitivas.
Pero pronto las noticias se fueron precipitando de tal forma que pronto nos dimos cuenta de que se trataba de un descomunal desastre, que alcanzaba cifras enormes, un gran territorio de las sierras de Ávila, pueblos evacuados y un desánimo general ante la impotencia por la magnitud y alcance del fuego. De los fuegos, que eran más de un frente y punto afectados. En estas páginas se está dando tristemente una amplia información del alcance del desastre, por lo que no voy a recordar cifras, que son enormes y los daños cuantiosos. Los daños materiales, pero fundamentalmente los de tatos afectados. No solo en el bosque, en los prados de sierra en los que pastan muchos ganados que son la economía de nuestras gentes, en haciendas agrícolas y alguna casa. Especialmente en tantas gentes, muchos han sido evacuados de sus casas ante el peligro inminente del fuego, y de otros que se suman a colaborar en las labores de extinción.
Las redes de la modernidad electrónica se han llenado de imágenes espeluznantes, llamas inmensas, ganados rodeados y calcinados, unos paisajes casi lunares por estar calcinados, de unas zonas de nuestra naturaleza de montaña, bellísima que ahora presenta unas imágenes negras. Otras que nos muestran los esfuerzos de las gentes en salvar sus ganados y pertenencias. Otras de esos espacios llenos de humo como nieblas que cubren el sol… O esas otras, impresionantes de la ciudad de Ávila, iluminada y preciosa, como siempre, pero con un fondo infernal, una luminosidad roja de muerte en la noche… Aún si cabe, igual de llamativa, otra de mi ciudad de Arévalo, igualmente en la noche con su iluminación monumental y un fondo de fuego recortando la silueta de la lejana sierra, una instantánea tan sorprendente y bella, como elocuente de lo que estaba sucediendo, una fotografía impactante de David Pascual Carpizo, nuestro gran fotógrafo de la naturaleza, de la ciudad, de la naturaleza y sus animales.
Afortunadamente no hay desgracias personales, que es muy buena noticia por la magnitud del incendio y esperemos que esto llegue a su final con este balance en lo personal. No así en lo material, cuantiosos daños aún no valorados, según manifestaba anoche en TV Carlos, nuestro presidente de la Diputación. Se va a pedir la declaración de zona catastrófica… Ayudas pedidas y anunciadas, y las ofertas de muchos abulenses del norte y de otros muchos lugares, para ayudar en alimentos y agua para la gente que colaboran y voluntarios, la Federación Abulense de Hostelería, también en especies y alimentos para el ganado, que ya está llegando a la zona afectada.
Y finalmente, y nunca en último lugar, los medios humanos, más de 500 efectivos terrestres, 23 medios aéreos y de bomberos de varios lugares y comunidades, incluido humildemente un camión cisterna de Arévalo y voluntarios de Protección Civil, militares de la UME y numerosos voluntarios vecinos que se vuelcan para conseguir frenar la virulencia de las llamas de un frente de más de 80 km. y más de 12.000 hectáreas calcinadas al momento de escribir estas líneas… las altas temperaturas, la humedad baja y el fuerte viento, han favorecido el desastre… un drama de proporciones aún no valoradas, muchos ganados, el paisaje y medio ambiente… ¡Nuestra solidaridad!