Muchos aspectos de la política y la personalidad de Adolfo Suárez se han ido desvelando en las conferencias del museo que a esta personalidad dedica Cebreros, pero quizá quedaba una asignatura pendiente, la de analizar como era su política exterior. Sin embargo esta ‘falta’ quedó en el olvido tras la conferencia del diplomático español José Cuenca Anaya, que ofreció una reflexiva charla sobre este aspecto del ex presidente del Gobierno gracias a su experiencia tras ocupar distintos puestos de responsabilidad en Naciones Unidas, Londres, Bulgaria, la Unión Soviética, Grecia y Canadá.
Antes de comenzar su intervención pudo conocer de primera mano las instalaciones del Museo de Adolfo Suárez y la Transición, acompañado por el alcalde de Cebreros, Ángel Luis Alonso, y de Jesús Bustamante, en representación del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. En ella también participó el subdelegado de Defensa, Ignacio Pío Martínez Ara.
Después de este camino llegó el momento de participar en el ciclo ‘El español en la Transición’, iniciativa que cuenta con el apoyo de la Diputación, y en la que pudo desgranar la política exterior de Suárez, que definió como «coherente y articulada». Aún así, reconoció que la acción interior fue «una tarea tan enorme que merece por sí sola toda la atención que se le presta», aunque en su caso trató sobre la parte exterior con el recuerdo de algunos viajes en los que acompañó al ex presidente, algunos de ellos «difíciles».
Para sus palabras tuvo como base su libro ‘De Suárez a Gorvachov’, obra que regaló al museo y en la que se abordan tres importantes hechos como son la política exterior de la Transición, al entrada de España a la OTAN y el final de la Unión Soviética.
Con la intención de «servir a la verdad», señaló que las principales características de la política exterior de Suárez pasan por esa política coherente y articulada en un proyecto político y la intención de «ofrecer al mundo una nueva imagen de la España democrática, que supiera el mundo que había habido transformaciones profundas». Además trabajó para «establecer relaciones diplomáticas con los países con los que no las teníamos como es el caso de México» y defendió «los derechos humanos como fundamento de la verdadera paz, por lo que firmó los Pactos de los Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas».
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