Las encuestas y la sensación que se respira en el País Vasco es que EH Bildu puede ganar las elecciones del próximo domingo en votos y en escaños que supondría una revolución en el panorama político de Euskadi patroneado desde la reinstauración de la democracia por el Partido Nacionalista Vasco. Cunde también la sensación de que tras una primera semana de campaña de guante blanco en la que se han antepuesto los intereses y los problemas de los ciudadanos a las cuestiones identitarias y derivadas de la situación de violencia que se vivió provocada por ETA, al PNV le han entrado las urgencias por movilizar a un electorado que aprueba su gestión pero que manifiesta pulsiones de cambio, del cambio por el cambio, derivado de que EH Bildu ha moderado su mensaje y de que la izquierda que no era abertzale ha encontrado refugio en este partido, porque la izquierda a la izquierda del PSOE no solo está partida sino desnortada.
Cuando durante toda la campaña electoral todos parecían haberse olvidado de la violencia terrorista, mostraban interés por soslayar el asunto del pasado de ETA, una simple pregunta al candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, sobre si consideraba que ETA era una banda terrorista, ha motivado que en el asunto del terrorismo vuelva a hacer acto de presencia con carácter general. Otxandiano se mostró incapaz de verbalizar que ETA fue una banda terrorista y para justificar sus balbuceos recurrió a la equidistancia de la violencia ejercida por el Estado en la lucha contra el terrorismo. Es sabido que, a la izquierda abertzale, a EH-Bildu que tiene en su seno a Sortu, el brazo político de ETA, le quedan muchos pasos que recorrer hasta pedir perdón, pero ni tan siquiera fue capaz de mencionar el camino que han transitado en el reconocimiento del daño causado para seguir blanqueando la imagen de la formación a la que representa.
El esfuerzo realizado por EH-Bildu para presentar una imagen de preocupación por la gestión de los problemas de los ciudadanos ha quedado, si no pulverizada si muy tocada, porque si trataban de desmarcarse de su responsabilidad en los años de plomo y blanquear su pasado, han demostrado que "aunque la mona se vista de seda, mona se queda", porque han sido incapaces de avanzar hacia donde le pide la ciudadanía vasca que avance, no la que no quiere saber nada de lo ocurrido en los cincuenta años precedentes hasta la derrota de ETA, o la que padece amnesia o tiene falta de información y educación sobre el conflicto porque parte de su victoria es que no se establezca y se enseñe el relato de lo que ocurrió sobre la ensoñación de la independencia lograda mediante la violencia, de la victoria de una sociedad democrática y de las miles de víctimas que quedaron por el camino.
En esta ocasión a EH Bildu le ha interesado escamotear el debate sobre las cuestiones identitarias y la independencia porque su principal adversario, el PNV, arrastra el peso de la gestión y los problemas en el sistema de salud vasco, pero el error de Ochandiano es una pieza más, junto con el intervencionismo económico que propugna, que puede servir para movilizar a los indecisos que todavía pueden dar un cambio a la percepción de que la victoria de EH-Bildu es inevitable. En eso insiste el candidato del PSE, Eneko Andueza, que repite que a la izquierda abertzale lo único que le preocupa es conseguir la independencia