David Ferrer

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David Ferrer


El socialista sentimental

15/11/2023

Esto que voy a narrar debió de ocurrir hacia el año 2000. Algunas veces he contado esta anécdota en mis clases o la he referido en mi diario como ejemplo certero de que hablar con un escritor famoso suele ser una mala idea o que los canales de la comunicación no siempre son fluidos y constantes. Gobernaba por entonces Aznar y el patio de la izquierda andaba algo revuelto y desmadejado. Fíjate las cosas, quién nos lo iba a decir. En las filas socialistas el desánimo era absoluto y comenzaban los de abajo a mover las sillas o escapar del barco. Quedaban, desde luego, algunos de siempre. Con chaqueta de pana o sin ella, integraban este honesto sector aquellos que decían ser «de Felipe o de Guerra». Los había todavía. Mire usted por donde. Resumamos y vayamos al asunto: había por entonces, pese a la derrota, pese al ostracismo electoral, un puñado de socialistas sentimentales, con principios. 
Me llamó un día el añorado librero Senén. Regentaba la conocida librería de la esquina de la Plaza de Santa Teresa de Ávila y, además de una excelente persona, era un fino librero, atento a sus clientes y a las novedades. Tenía por entonces Senén un programa literario en el tiempo local de una emisora de radio. Me pidió que lo ayudara a realizar una entrevista telefónica con uno de los escritores más polémicos, Francisco Umbral. Como hemos sabido ya después gracias al excelente documental Umbral. Anatomía de un dandy (en Filmin), los últimos años de este autor fueron plenos en el declive personal, social y creativo. Acababa Umbral de presentar una novela titulada El socialista sentimental. Era una mala novela, hay que decirlo, pero en algunas páginas se escapaba la ironía umbraliana, el bisturí de la sociedad española, el escáner incisivo de la realidad. (Cualquier novela mala de Umbral es mil veces mejor que un éxito de ahora, aunque lo pague Planeta). 
Y allí nos fuimos una tarde, a grabar una entrevista con Francisco Umbral. Tenía uno muchas preguntas: de corte literario unas, de menudencias políticas las otras. Había subrayado el libro, sacado frases. Había que darlo todo en la entrevista. A Umbral lo pillamos esa tarde en el esplendor de su decadencia. A través del teléfono, la voz olía a whisky. Casi una botella al menos. Hacíamos preguntas y contestaba con monosílabos. Aludíamos a algún pasaje del libro y nos respondía con un hosco "eso ya lo ha dicho usted". Nos había reservado la emisora casi una hora de tiempo para tan importante escritor y a los quince minutos hubo que despedir y cortar por lo sano. Salimos del estudio agotados, exhaustos. Pasado un tiempo vendí el libro de Umbral en segunda mano con mis anotaciones y mis subrayados. Solo me quedó la anécdota.
Hoy le habría sido imposible a Umbral escribir un libro como El socialista sentimental. A ver donde encuentras dentro de ese partido a alguien que defienda unos principios, un rigor, una honestidad, un sentido de estado. Como aquel Umbral ahogado en whisky, mareado por sus propias vivencias, tenemos en España un partido completamente ebrio. Y como en aquella entrevista, no tengo palabras ni preguntas ni respuestas.