M. Rafael Sánchez

La mirada escrita

M. Rafael Sánchez


Auxiliad al Adaja

02/12/2024

Es de suponer –o quizá sea mucho el hacerlo- que tras la desgracia ocurrida en las tierras levantinas causada por una dana que estaba anunciada y que fue agravada por la ineptitud de las autoridades autonómicas, en otros lugares se esté haciendo análisis del estado de los cauces de sus ríos, barrancos y demás cursos fluviales. En aras de contribuir a esta tarea que es colectiva, aquí van unas notas sobre el río que, viniendo del oeste, a los pies de la ciudad cambia su rumbo hacia el norte.
Hace unos días, en una conversación con un amigo, recordábamos los problemas del Adaja: Las aguas residuales de los pueblos del Valle Amblés, los vertidos del polígono de La Colilla, la contaminación con productos fitosanitarios en el valle, la extracción excesiva de aguas que afectan a su caudal y a su capa freática, las talas indiscriminadas, los efectos aún evidentes del incendio de hace unos años en la Paramera, la Red de alcantarillado junto al cauce, la cloaca de Fuentes Claras, las torres de cableado en el Puente Adaja, los vertidos de particulares en la ribera, construcciones en zonas inundables… Un caos total, resumíamos.
Durante décadas se ha abandonado la limpieza de su cauce y orillas. Tanto de residuos por allí tirados, como de ramas caídas. El azud de la derribada Fábrica de harinas está colonizado por arbustos que amenazan la estabilidad de su estructura, pues las raíces van creciendo entre las piedras y van haciendo su trabajo de cuña destructora. Además, en caso de una crecida repentina del río en el que este arrastrara ramas u otros objetos, esta vegetación sería un dique que haría subir la cota del agua, por lo que los daños producidos serían mayores.
La limpieza del río no significa arrasar su fondo con un dragado perturbador y destruir la vegetación ribereña, ni mucho menos. La falta de vegetación en la cuenca de los ríos y en sus riberas, entre otros daños, incrementa el poder destructor de las subidas al aumentar la velocidad del agua y ya sabemos de las consecuencias que en crecidas anteriores del Adaja, ha tenido para algunos barrios de la ciudad, sobre todo en la zona en torno al colegio Juan de Yepes.
Urge que las diferentes administraciones se tomen en serio nuestro río y se hagan los trabajos que se requieren para que sea lo que es, un espacio natural que hay que proteger y conservar. Tanto para que sus aguas no sean el sumidero al que van a parar residuales, fitosanitarios, etc., como para que su cauce y orillas no estén abandonados. No sirve lo que hace treinta años quisieron llevar a cabo Ayuntamiento y Junta de arrasar el cauce natural y la vegetación de las orillas, creando un canal inerte de entre cincuenta y setenta metros de ancho entre el llamado puente del Papa y el azud de la Fábrica de harinas. La oposición que entonces hicimos los ecologistas lo impidió y, gracias a ello, tenemos un espacio de vida. Porque el Adaja, sí, es fuente de vida y de esparcimiento para los abulenses y merece su protección y cuidado, no el desprecio y abandono actuales.