El presente. El mejor regalo del tiempo.
Si algo he aprendido en estos 40 años de vida (los tres primeros fueron de prueba) ha sido que las cosas son cuando y como deben ser. De la misma manera que hay un tiempo para cada cosa, como comentábamos ayer, las cosas son cuando deben ser. Aun cuando tú te empeñes en que sean antes o después. O incluso cuando piensas que es algo desafortunado o que no te lo mereces. De cada contrariedad una oportunidad. No hay una lista en la vida en la que debas ir anotando lo que vas cumpliendo, vas cumpliendo y vas anotando si quieres. En una película de Leticia Dolera, Requisitos para ser una persona normal, aparece "la lista", esa lista que debes ir tachando a medida que vas cumpliendo años. No es que sea una gran obra, pero sí es elocuente. Niña que cumple años, pero no va cumpliendo con lo que se supone que debe hacer dada su edad y género. Y es que no tienes que llegar a los 30 con casa y pareja y pensar en ser madre. La casa, creo, si las cosas no van un poco a mejor, y la tendencia lo contradice, cada vez seremos menos los que podamos tenerla en propiedad. Y espérate que podamos seguir pagando el alquiler. Pero ya sabes que de política no hablo. No por ser mujer debes tener hijos o por ser hombre comprarte un barco o ir al Bernabéu a ver el fútbol. Qué cosas tan diferentes se nos piden a unos y a otras. La cuestión es que lo que quieres es lo que debes. Otra cosa es que no sepas lo que quieres, por lo que hablábamos el otro día. Vivimos tan tensionados, tan hacia afuera, tan pendientes de la mirada del otro, que no me centro en el yo.
Y no es egoísmo. Es salud mental.
Hablando con uno de mis mejores amigos, mientras comíamos un menú del día para ponernos, precisamente, "al día", elaboraba una lista mental de personas prioritarias en mi vida. Y me situé la primera. Por encima de mis hijos. Mis amores. Mis razones. Las respuestas al porqué, si me preguntas. Y sí, le sorprendió y le pareció una de las pocas cosas cuerdas que pude decir. Es algo que comprendí cuando me quedé yo sola con mis dos bebés al poco de nacer mi pequete. Si no me cuido, si no estoy yo bien, si me dejo llevar por la tristeza y la desesperación, mis dos porqués no estarán como yo quiero que estén. Bien. Y hoy en día es algo que sigo haciendo. Me cuido, salgo a trotar, como muy bien y no consiento que ningún parámetro sanguíneo se salga de los límites establecidos porque, aunque no seré eterna, nadie lo es, al menos que este vehículo y lo que lleva dentro, esté lo mejor posible.
Temo el paso del tiempo y envejecer mal.
Aunque lo que más temo es perder la memoria.