Nunca podré estar suficientemente agradecido a tailor suif, no por ella en sí misma ni por su música, que creo que no conozco ni en principio tengo mucha intención de conocer mucho, sino por la genial idea de esas seguidoras suyas que compartieron con el resto del mundo, iluminándole con su inesperada genialidad y abriendo los ojos a quienes hasta ahora no queríamos ver, la revolucionaria práctica de ir a sus espectáculos con el pañal puesto para no tener que ir al baño durante los conciertos y así no perderse ni un segundo ni de su música ni del brutal pero disfrazado consumismo que la acompañada.
Pues nada, que lo he empezado a poner en práctica para ciertas tareas cotidianas y es una maravilla. 
Me he comprado pañales impermeables por fuera y meables por dentro, y oye, desde ese momento no hay cola que se me resista. Ni la de la pescadería, ni la de los torreznos, ni la que generan esas señoras y señores que cuando tienen que pagar 3 euros con 37 céntimos sacan la silla frente a la caja, se sientan y con una paciencia a prueba de todo escudriñan el monederillo y van a entregando a la cajera o cajero monedilla a monedilla para ser exactos, y siempre se confunden mientras que tras ellos se forma una animada reunión de desconocidos que maldicen a los acuñadores.
Que se alarga la espera o aprieta la próstata… pues me da igual, gracias a las geniales seguidoras de tailor suif puedo seguir mirando obras municipales sin inmutarme o atender al discurso del político de turno que me pide mi voto y mi confianza para las elecciones europeas. Y si llega fin de mes y las perrillas no me alcanzan para pañales tailorsuifianos nuevos, pues les doy la vuelta a los usados, les pongo a secaero al sol, y están preparados para el día siguiente.
Atento estoy, e impaciente, a ver qué nueva ocurrencia mejoradora de las condiciones humanas en el mundo se les ocurre a los seguidores de lo siguiente que nos impongan de moda, que seguro que nos hará más cómodo el día a día. Me siento a esperar.