¡Ya viene el cortejo!
Ya se oyen los tristes tractores,
el campo protesta por fin sin complejo;
¡ya se oyen las voces de los labradores!
Con permiso del Rubén
Darío —que me perdone—,
hoy no hablaré de políticos,
pues cada día son peores
y legislan amnistías
sin atender a razones,
mientras las gentes del campo
cada día son más pobres.
Hoy no hablaré de políticos,
ni del PEPE ni del SOE,
ni de Yoliandas o Sánchezes,
ni Feijós o Puigdemones,
que nos tienen hasta el moño
con sus tontas decisiones
y tienen hasta los mismos
a los pobres labradores,
pues solo piensan en ellos
cuando huelen elecciones
y se acuerdan de que existen,
y les piden que los voten…
—con "b" deberían botarlos,
"B" de Burros y Bodoques,
de Brutos y de Borregos,
Botarates y Bribones—.
Hoy solo hablaré del campo
y de los agricultores,
alzados en pie de guerra
y levantando sus voces.
Clamando por la justicia
han salido los tractores
por Castiella y por Llión
y el resto de las regiones.
Piden que, por fin, se atiendan
justas reivindicaciones:
Que ni la PAC ni la POC
más las narices les toquen,
que no saquen leyes por
arte de birlibirloque…
y que nunca más al campo
lo fastidien y lo roben.
Piden PAC más razonable,
libertad en sus labores,
que puedan los pesticidas
acabar con los pulgones,
que no traigan de otros sitios
lo que aquí abunde y sobre,
que no mimen a los lobos,
aunque sean depredadores,
que produzcan lo que quieran
y no siembren… lo que toque
en papeletas trucadas
en los sorteos de la ONCE:
—Si quieren sembrar sandías
¿por qué han de sembrar melones,
si los "melones" ya abundan
en las administraciones?
No hace falta detallar
que a buenos entendedores…
Cuenten, cuenten, ya verán
la cantidad de "melones"—.
Políticos como cabras
que siguen tirando al monte
y sestean, arrellanados
en sus mullidos sillones
sin tener ni zorra idea,
pues creen que las coliflores
y las patatas y puerros
y los pimientos morrones
nacen colgados de un árbol…
¡Ay, pedazos de alcornoques!
¡Sois más brutos que un arado,
y más de mil azadones!
Dejad ya de sacar leyes
que a todos les dan por donde
—lo diré de forma fina—
la espalda pierde su nombre.
Y mientras se manifiestan
los pobres agricultores,
surgen desde Catalonia
novedosas peticiones:
—Socorro, que estamos secos
y llenos de restricciones,
y no podemos ducharnos
pa quitar malos olores…
Dadnos agua, si us plau…
¡Y el resto, que se joroben!
Pues, mientras agua nos piden,
dicen a los espanyoles:
—Tota la Espanya ens roba
ells son tots unots latdrones!
Los campesinos, cansados,
ya, por fin, alzan sus voces.
Si no les hacemos caso
se avecina una hecatombe
y peligrosas tormentas
con muy negros nubarrones,
con ayunos y abstinencias
y carpantas a montones.
Ya es hora de que los oigan,
por eso echan sus clamores
y exclaman que ya están hartos,
hasta los mismos… terrones
—o, mejor, hasta otro sitio
que también acaba en ones
y que yo más no detallo
por respeto a mis lectores—.
¡Ya viene el cortejo!
Ya se oyen los tristes tractores,
El campo protesta cansado y perplejo.
¡Atiendan las voces de los labradores!