Sonsoles Sánchez-Reyes

A otra luz

Sonsoles Sánchez-Reyes


Fray Julián de Piedralaves (I)

13/04/2024

El 10 de junio de 2017 se rubricó el hermanamiento entre la localidad abulense de Piedralaves y su homóloga de la provincia de Ciudad Real, Moral de Calatrava. La figura que vinculó ambos municipios había protagonizado 200 años antes un hecho que en su época se consideró prodigioso.

Julián Carrasco de Cuerva nació en Piedralaves el 16 de marzo de 1778, siendo bautizado 5 días después por el cura vicario Juan Quintana en la iglesia parroquial de San Antonio de Padua. Con 15 años tomó el habitó de San Francisco en el convento de Nuestra Señora de las Misericordias de Fuensalida (Toledo), el 7 de mayo de 1793. Al profesar al año siguiente adoptó el nombre de fray Julián de los Dolores, aunque se le conocía por su origen como fray Julián de Piedralabes (escrito con b).

En 1817, estando ya fray Julián en el convento franciscano del Santo Ángel Custodio de Moral de Calatrava, donde desempeñó el cargo de lector de teología, la zona se vio asolada por una atroz sequía que trajo consigo pobreza y hambre. Los religiosos comenzaron a hacer rogativas sin éxito al patrón del pueblo, el Cristo de la Humildad. El clero parroquial y el Ayuntamiento acordaron sacar en procesión con idéntico fin la talla de la Virgen de la Sierra el 20 de abril, y los frailes se encerraron en el convento los 15 días que faltaban para la fecha, pasándolos en estricto silencio, ayuno, oración y penitencia.

Llegado el día, todo el pueblo acompañó a la Virgen de la Sierra en procesión desde la iglesia parroquial, y al pasar por el convento de San Francisco se unieron los religiosos descalzos, con cuerdas al cuello y coronas de espinas, acompañados de las imágenes de San Pedro de Alcántara, San José y el Santo Cristo de la Humildad. Al llegar a la ermita de San Roque, fray Julián subió al púlpito a predicar, logrando con sus palabras conmover a todos los presentes, en un arrepentimiento sincero. El fraile se puso de rodillas, afirmando que no se movería hasta alcanzar la gracia solicitada. Y la tradición cuenta que entonces empezó a caer una lluvia tan fuerte que precisaron poner a cubierto las imágenes sagradas.