Lo primero que tendrían que hacer el Congreso y el Senado es resolver una cuestión terminológica y buscar un nuevo nombre para lo que ahora se denominan comisiones de investigación, porque en ellas nada se investiga y los llamados a inquirir para resolver las cuestiones sometidas a litigio se presentan ante los comparecientes con un memorial de agravios éticos pero escasos de pruebas con las que sustentar no ya los delitos previstos en el Código Penal, que de ello se encargarán los jueces, sino los delitos políticos que son los que se tratan de dilucidar en esas comisiones.
Las comisiones de investigación sobre el "caso Koldo" en el Senado, y sobre el conjunto de la compra de mascarillas en el Congreso tienen un exclusivo interés partidista y electoral, para desgastar al Gobierno en el primer caso, y en la segunda para alejar al candidato del PSC, el exministro de Sanidad, Salvador Illa, del comienzo de la campaña electoral catalana. El presunto conseguidor y comisionista, Koldo García, se escapó vivo del asedio del senador popular Luis Santamaría, porque nadie está obligado a declarar contra sí mismo en un juzgado y menos en una comparecencia parlamentaria, y porque las acusaciones es preciso fundamentarlas en algo más que en conjeturas y sospechas, o en los datos conocidos a través de una investigación judicial que lleva dos años en marcha, que aún no está cerrada y sobre la que queda mucho que averiguar. Pero las urgencias son malas compañías incluso para los propios intereses políticos si lo que se hace es gastar pólvora en salvas y permiten al acusado salir indemne y respondón: "Se cree el ladrón que todos son de su condición", dijo al senador popular que antes le había acusado de "miserable" por lucrarse con la compra de mascarillas. Pero ahí no está solo Koldo García, porque el duelo de comisiones de investigación es también un enfrentamiento por personas interpuestas entre Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso.
Ni al PP ni a ERC les resultó fácil ir más allá de las insinuaciones para relacionar al exministro de Sanidad con la trama Koldo de contratos y comisiones a pesar de la utilización de acusaciones desmentidas por la realidad de los hechos y sin constatación judicial. O en contra incluso de los procedimientos judiciales, donde la carga de la prueba debe realizarla quien acusa, que no debe esperar que el compareciente entone el mea culpa, cuando la intencionalidad política es manifiesta, como demostró el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, quien acusó a Illa de "insultar la inteligencia" de sus señorías cuando manifestó que nada sabía de lo que había ocurrido con la compra de mascarillas de la "trama Koldo", pero tampoco pudo demostrar nada más que se trataba del primer acto de la campaña electoral catalana.
Lo que parece evidente es que todos los intervinientes y comparecientes faltan al respeto a las comisiones de investigación y a sí mismos por desacreditar a las instituciones de las que participan y a las que tendrían que dignificar. Que no sea la primera vez que ocurre no les exime de evitar el desprestigio y trabajar para lograr que estas comisiones redacten unas conclusiones que sirvan como guía de actuación ante situaciones similares, que los científicos anuncian que están próximas. Luego volverán a llorar sobre la leche derramada.