La dirigencia de Vox no esconde ciertas maneras castrenses en las que la inmolación tendría cabida. El orden jerárquico se expresa en un generalato, como se ha puesto de manifiesto en el último episodio de la nueva política española, consistente en abandonar el poder al que se comprometieron no hace tanto. No obstante, no debería extrañarnos en el actual contexto de la política entendida como una rama del entretenimiento y menos viniendo de una formación que llegó a auspiciar una moción de censura "by" Ramón Tamames en un prodigioso alarde circense.
Suicidarse a la japonesa muriendo para matar es acorde con la condición un tanto mesiánica de Abascal. No es lo malo "per se" el método bélico sino la mala táctica en perjuicio de la estrategia política de un partido que, como todos, nació para gobernar. Lo contrario es la agitación, pero ésta suele ser precaria y poco suculenta. Acarrea pocos recursos. Y sobre todo, merecería una mejor causa que la que han argumentado, porque el reparto de menores migrantes no es un problema que impacte en la sociedad del modo como lo han presentado.
Estamos en eso de la nueva política de la que ya hemos visto en otros episodios no menos atrabiliarios. Recordemos que Ciudadanos ganó en Cataluña unas elecciones regionales, pero no fue capaz de gobernar, o que Pablo Iglesias, de Podemos, se desentendió de la vicepresidencia del Gobierno de España para concursar en unas elecciones regionales en Madrid. Son otras dos inmolaciones. Es esa confusión de la política entendida como un fin de modo que la dinámica es estar siempre en el enredo, el tacticismo, midiendo gestos, más pendientes del antagonista y cómo doblegarlo en el siguiente proceso electoral que de la estabilidad que requiere la buena gobernanza.
Ha sido un episodio de bisoñez impropia de quien aspira a acompañar gobiernos. Lo de la honra y los barcos y todo eso que suelen decir los perdedores. Para mi siguen vigentes dos frases que VOX olvidó: que la historia la escriben los vencedores y que lo que realmente desgasta es la oposición no el poder. Que se lo pregunten a Rajoy.