Ese dicho de que, a pesar de todo, la vida sigue es una verdad incontestable. Pase lo que pase, el día a día avanza, y sobre todo cuando dedicamos unos minutos a parar o a echar la vista atrás nos damos cuenta de la evolución de la vida y del entorno.
Esta semana he podido percibir de primera mano cómo está evolucionando, a mejor, el entorno empresarial de esta provincia, y lo he hecho al compartir tres momentos únicos con emprendedores, de esos que te cargan las pilas, alimentan el positivismo y la creencia en las oportunidades de esta tierra.
El pasado lunes, en la sede del Santander se repitió por octavo año la entrega de los premios Pyme que organiza la entidad financiera, con Cámara España y la Cámara de ávila, y la colaboración de este periódico. Reconocer a empresas que siguen confiando en esta tierra y desarrollando sus proyectos, más o menos grandes, eso da igual, es de justicia. En este certamen la innovadora Nagami Design ha sido elegida Pyme del Año en Ávila, y será un digno representante de la provincia en la final nacional que tendrá lugar en unos meses. Ellos, como el resto de accesit son más que merecedores de esta palmadita en la espalda por confiar en Ávila y por hacer bien las cosas. Es lo mínimo que se puede hacer por quienes dedican prácticamente su vida entera a sacar adelante proyectos ante un sinfín de dificultades.
El miércoles, en el Palacio de Sofraga, pudimos compartir un nuevo desayuno informativo organizado por Diario de ávila, y de la mano de la sociedad de garantía Iberaval, en el que empresas en senda ascendente como Onyx Solar, Neumáticos Abel Sanz y Embutidos Caro, pusieron en común ante un joven aforo sus experiencias, su convicción por los proyectos, los mecanismos de financiación que han utilizado, y entre todos propiciaron que los asistentes salieran un poco más convencidos de que todos los esfuerzos que están desarrollando, aunque el día a día no les permita verlo, están mereciendo la pena y que hay posibilidades de crecer.
Y ya el jueves se puso la guinda al pastel. De mano de un grupo jovencísimos emprendedores que, la mayoría, arrancaron sus proyectos a modo de incubadora, pude compartir una velada de esas que merecen la pena. Sigue habiendo gente en Ávila, que, aunque en algún momento hayan renegado de su propio terruño (algo que hemos pensado muchos en algún momento de nuestra vida), acaban reencontrándose con las grandes virtudes que esta ciudad y provincia esconden, y han decidido a lanzarse a proyectos empresariales más que interesantes, generando nuevas oportunidades en su querida Ávila, y elevando el número de puestos de trabajo de calidad. Esta gente merece la pena de verdad, porque además arrastran criterio de madurez y convicción en sus decisiones y una personalidad cosmopolita a pesar de haber crecido en Ávila. No es verdad que por definición esta tierra nos haga más tristes. Hay motivos para la esperanza, y muchos más ejemplos de los que pudiéramos pensar a simple vista. Otro motivo para confiar en el futuro de Ávila.